- ¡Taehyung, siéntate ya, que no me dejas ver! - SeokJin obligó al chico a sentarse bien en el asiento del copiloto pero este no dejó de estirar el cuello a pesar de que poco a poco los autos volvían a ocupar los dos carriles y por ende, la fila ava...
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La sangre escurría a chorros del pálido cuello del chico, manchándole los pantalones al joven que seguía sosteniéndolo en su regazo; estaba perdiendo sangre.
Demasiada sangre.
Se negaba a dejarlo ir, se negaba joder, no podía estar pasando aquello.
La desesperación corría por sus venas, siquiera fue consciente de cuando los hombres se fueron, se limitó a abrazar el cuerpo inerte con todas sus fuerzas sin negarse a soltarlo a pesar de que la voz tras de él le dijera con un nudo en la garganta que no podían hacer nada.
Iba a morir, su amor iba a morir, la vida ya se le escapaba de las manos, igual que la sangre que escurría de sus dedos. El chico en sus brazos temblaba, incapaz de articular palabra alguna y con la poca fuerza que le quedaba, sus manos sujetaban las suyas, empapadas de aquel espeso líquido rojo.
Sentía su garganta arder tras haber retenido infinidad de sollozos, y ni así había sido capaz de impedir que las lagrimas salieran. Las gotas saladas se deslizaban por sus mejillas, goteando en las del contrario que con su cabeza recostada en sus piernas, sentía de poco a poco que el sueño comenzaba a apoderarse de él.
O la muerte.
Hacía no mucho que había dejado de sentir las piernas, sus manos habían perdido fuerza y sólo seguían sujetando las contrarias porque el chico se negaba a soltarlo.
Y de pronto el chico dejó de sentir las manos apretando las suyas, dejó de sentir el latir de su corazón, dejó de sentir la vida en él.
Cayó dormido instantes después de contestarle en un susurro ahogado que lo amaba también, que jamás de los jamases lo olvidaría y que siempre estaría con él, pasara lo que pasara.
Ninguno de los presentes podía creérselo, todos estaban inertes, sin apartar la vista, sin embargo, él seguía aferrándose al cuerpo inmóvil entre sus brazos como si de un frágil muñeco de trapo se tratara.
Estaba muerto.
Se negaba a dejarlo ir. Era imposible.
La noche anterior habían hecho las pases y habían hecho el amor hasta quedar dormidos observado los adornos de navidad en el techo y horas más tarde... Ahora su sangre manchaba el blancuzco piso de mármol.
Los adornos navideños que tanto se habían esforzado en colgar a lo alto, ahora yacían desparramados por el piso; los blancos copos de papel absorbiendo rápidamente la sangre, y los pequeños trozos de vidrio de las esferas brillaban en suelo, reflejando la luz mañanera.
Se había desangrado. Ahí, en sus brazos.
Había muerto y él no había podido hacer nada.
Su destino no había acabado a causa de una mordida, ¡Estaban en un jodido apocalipsis zombie y el causante de su muerte no había sido un infectado! ¡Había montones de ellos allá afuera esperando su próxima ración de carne y el pobre chico había sido asesinado frente a sus ojos!
No había sido obra de un mordisco o de una bala, el arma mortal había sido el filo metálico que le desgarró la piel sin una pizca de compasión, fue aquel que acabó con la chispa de esperanza.
No había tiempo.
Tenían que salvar a Jimin si no querían que el rubio sufriera las mismas consecuencias.
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Estrellitas... Creo que desde ahora les diré copitos, sí, copitos suena mejor.
Copitos míos, es todo por hoy, recuerden que DAMNATION estará de fiesta una semana entera, estaré subiendo un capítulo diario para que esa intriga de saber lo que sigue se mantenga ahí ¿vale?
Pa' que les pregunto si igual lo voy a hacer JAJAJA
¡Buenas noches a todos, no trasnochen y tomen agüita! ¡Los amo mucho!
