Treinta y seis

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Dudas humanas, la almohada

Pues sí que le habían robado a alguien, pero ahora mismo Jungkook no quería reírse ante su ocurrencia

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Pues sí que le habían robado a alguien, pero ahora mismo Jungkook no quería reírse ante su ocurrencia. Le rajarían el cuello a sus amigos si se atrevía a siquiera mover un sólo músculo. Ya se lo habían advertido, pero... ¿Cómo se supone que sacaría el arma sin que aquellos hombres se dieran cuenta?

— Suelta la mochila, niño.

Jungkook no contestó, tampoco hizo lo que le ordenaban, se limitó a analizar sus opciones y observar atentamente al reducido grupo de hombres que habían tomado presos a sus amigos.

— ¿Sabes que esta belleza nos ha traído magníficos tesoros?— El desconocido se colocó a lado del camión, y como si fuera un cachorro y no una lata oxidada, lo palmeó orgulloso.— Ningún auto puede pasar por este embrollo, todos los que quieran atravesar tienen que avanzar a pie, y adivina cual es la sorpresa que se llevan al rodear este camioncito.

— Vimos su autobús acercarse— siguió hablando el hombre que tenía de rehén al hermano de Yoongi.— Es la chatarra más grande que ha pasado por aquí, después de esta, claro.— dijo mientras reía con la cara al cielo y señalaba con el cuchillo al camión volcado, cosa que Taehyung aprovechó para tomar aire sin sentir que la cuchilla le cortaría la yugular. 

El hombre que sostenía a Taehyung por el brazo y le apuntaba con un cuchillo de carnicero parecía estar alrededor de los cuarentas dado el cabello que le hacía falta en la cabeza; en cambio, el que sujetaba a SeokJin aparentaba ser un padre de familia cualquiera que juega toda las tardes con sus pequeños tras llegar del trabajo, parecía de alguna forma inofensivo de no ser por la daga que apretaba la garganta de Jin, claro está.

Sin embargo, y pesar de las diferencias, absolutamente todo ellos, incluyendo al hombre totalmente vestido de negro frente a él y que no dejaba de amenazarlo... Le estaban poniendo los pelos de punta. ¿Qué se supone que debía hacer? Sus amigos fueron tomados por rehenes y él no podía moverse demasiado si no quería que terminaran muertos en un abrir y cerrar de ojos.

— ¿Tengo que repetírtelo otra vez?— dijo el hombre canoso frente a él, volviendo a su sitio casi como si rodeara una burbuja invisible que envolvía al maknae, o como si estuviera analizando desde qué ángulo atacar.— ¡Deja la puta mochila en el suelo si no quieres ver sangre derramándose!

— Jungkook, dales las cosas.— murmuró SeokJin, haciendo el esfuerzo por separarse de la afilada arma y poder hablar.

— Cierra la boca.— la voz del desconocido de cara amable salió a la luz, y con ella, un pequeño hilito de sangre en el cuello del mayor. — No querrás que el amo apresure las cosas, ¿o si?— SeokJin guardó silencio, asintiendo levemente para dejarle en claro que había entendido.

— Esto va en serio, niño.— Dijo el hombre canoso al ver el corte en el cuello de SeokJin.— Gukaeng le cortará el cuello al marica si intentas desafiarnos.

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