Capítulo 5

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La mirada chocolatada de Astrid se veía perdida mientras ésta apuntaba a un árbol seco cerca de ella

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La mirada chocolatada de Astrid se veía perdida mientras ésta apuntaba a un árbol seco cerca de ella.

Nuestra protagonista se encontraba en Arnet, otra de las plazas más populares de la ciudad de Century.

Era un día sábado y la chica decidió ir a visitar la plaza y por ahí mismo despejarse un poco de la vida y lo que estaba ocurriendo, después de aquella conversación con Uriel la chica no pudo sacarse las palabras que ambos compartieron de la cabeza, y sin ignorar el hecho de que Sierra no dejaba de preguntar qué había pasado en su ausencia.

Astrid se levantó del banco en el que estaba y empezó a caminar por la plaza, la nieve había desaparecido debido a las lluvias que han estado cayendo, era sábado 10 de diciembre y los aires de Navidad empezaban a sentirse.

La plaza estaba llena de personas cubiertas por abrigos enormes y estas salían y entraban de diversas tiendas. Sus caras estaban felices y sus gestos corporales también decían lo mismo.

—Hoy es 10 de diciembre... —susurró la chica para ella— Debería ir a visitarla.

Con la idea de ir visitarla, tomó el primer taxi que vió y se dirigió al lugar correcto.

Muchos se estarán preguntando que de qué está hablando Astrid, tranquilos. Más adelante lo descubrirán.

Astrid sacó su celular de su abrigo y empezó a hablar con Sierra mientras el auto se movía.

Sierra: ¿Tu? ¿escribiéndome? Algo malo está pasando.

Astrid: No exageres, bruta.

Sierra: ¡Lo digo en serio! Es muy raro que la coreana Astrid me escriba, siempre soy yo la que lo hace, me siento usada.

Astrid: Eres tan infantil...

Sierra: Por cierto, ¿no me dirás qué hiciste en mi ausencia?

√√ Visto.

Hemos llegado —anunció el taxista.

Astrid guardó su teléfono en su pequeño bolso y salió del auto. Un edificio enorme con paredes negras y rejas apareció frente a ella.

La chica se acercó más hacia aquél local y un escalofrío recorrió su espina dorsal.

—Buenos días —saludó el guardián.

Astrid asintió hacia el hombre de mediana edad y entró al lugar, este era más horripilante por dentro que por fuera. Unos pasillos largos y anchos del mismo color que las paredes de afuera, en una esquina había una pequeña recepción y detrás de ella una puerta que de seguro daba a la administración del lugar.

La chica se acercó a la recepción y un hombre de unos 30 años la recibió con una mirada sombría.

Astrid posó sus brazos encima del mostrador y sonrió.

No te acerques a Uriel [COMPLETA] [Editando]Where stories live. Discover now