Capítulo 14

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Un chico regordete, de muchas mejillas las cuales estaban sonrojadas, ojos grises llenos de vida y una sonrisa tímida estaba sentado en el pupitre de atrás, en el fondo de la clase

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Un chico regordete, de muchas mejillas las cuales estaban sonrojadas, ojos grises llenos de vida y una sonrisa tímida estaba sentado en el pupitre de atrás, en el fondo de la clase.

Estaba siendo regañado y molestado por sus compañeros, le tiraban bolas de papel e incluso escupian en sus zapatos.

—¡Eres gordo y feo! —gritó uno de sus compañeros hacia el chico.

—Pareces una pelota, ¿acaso te comes todo lo que hay a tu paso?

El chico no decía nada, sólo se concentraba en olvidar las voces que en su mente decían que se parara y empujara a los chicos que lo molestaban.

Sólo son niños, no saben lo que hacen. Además, es cierto, soy gordo y feo. No es para tanto. —esos eran los pensamientos de aquél chico.

—Tienes 15 años pero aún no tienes novia —siguieron molestando— Eso ya es otro nivel de demencia.

El chico regordete no aguantó más y se levantó abruptamente de la silla, miró con odio al adolescente que se encontraba frente a el con una sonrisa arrogante.

—¿Que? ¿vas a pegarme? —se cruzó de brazos— Ni siquiera puedes hacer algo con tu padre alcohólico y ¿crees que vas a pegarme? Por Dios.

El chico de muchas mejillas tenía los ojos cristalinos, quería llorar pero no podía darle ese lujo a los que estaban frente a él. Por su mente rondaba el hecho de que ya todo el mundo sabía lo de su padre alcohólico, eso demostraba que los chismes volaban en aquella ciudad.

—¿Y qué si su padre es alcohólico? Tu ni siquiera conoces al tuyo.

Una voz femenina se escuchó en el salón, el grupo de atrás miró hacia adelante buscando la causante de aquella oración.

Una chica alta y sumamente delgada se encontraba parada, su piel era extremadamente blanca y su cabello negro como la noche sin luna era la mayor atracción de su cuerpo.

Se acercó hacia el tumulto de chicos y se abrió paso entre ellos, se puso al lado del chico regordete y sonrió dandole una señal de que estaba bien.

—¿Y tu que haces aquí? —contestó el chico que hacía bullying.

—Lo mismo pregunto yo, se supone que tu vas allá delante —la chica señaló un pupitre al lado de la puerta.

—Y tu vas al lado del profesor, sabes muy bien lo que hiciste ayer —siguió el.

La pelirroja se acercó aún más a él y puso una mano en su hombro.

—Eso no te incumbe, ahora vete. ¡Vete!

La chica empujó al chico y este casi calló, asustado se fué corriendo hacia la salida del salón junto con sus otros amigos.

—Es un cobarde —se burló la pelinegra.

La chica se giró hacia el adolescente regordete y sonrió, con toda la amabilidad del mundo le extendió su mano delgada y pálida.

—Si ellos vuelven a molestarte sólo grita mi nombre, siempre voy a estar ahí sí me necesitas —prometió.

—¿Y como gritaré tu nombre si no me lo sé?

La chica movió su mano extendida para que el chico la notara.

—Me llamo Phoebe Thurner —se presentó ella.

El chico regordete sonrió mostrando los dientes y juntó su mano con la de ella.

—El mío es Uriel Magne.

No te acerques a Uriel [COMPLETA] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora