No te acerques a Uriel [COMPLETA] [Editando]

Capítulo 15

Astrid se levantó de la cama y caminó con pasos perezosos al baño de su habitación, se lavó los dientes y salió con la misma pereza para luego bajar las escaleras e ir a la cocina.

Miró el calendario y se dió cuenta de que era 30 de diciembre, sonrió al recordar que sólo tenía que trabajar hasta el medio día.

Tomó un pequeño recipiente y lo llenó de cereal de chocolate, buscó el envase de la leche y la añadió junto con el cereal, caminó hacia el desayunador y se sentó para empezar a desayunar.

Eran las 8 de la mañana y sólo faltaba una hora para que la chica empezara a trabajar, estaba tranquila ya que aseguraba que no llegaría tarde.

Las imágenes de anoche llegaron a la cabeza de Astrid, las lágrimas de Uriel, sus palabras y el hecho de que el chico afirmó que Astrid le hizo daño en el pasado. Lo raro era que la chica no se acordaba, ¿acaso la estaban confundiendo con alguien más?

También pensó en el acosador, tenía ya un tiempo que no lo veía y era algo... Raro. La chica quería seguir investigandolo y haciéndole preguntas para saber si había que confirmar su teoría.

—Uriel siendo un asesino y teniendo contacto con un acosador —habló en voz alta— Vaya que me junto con pura gente psicópata.

El celular de la chica vibró en la mesa de la sala, Astrid se levantó y caminó hacia allí para ver de qué se trataba.

Era un mensaje de Sierra.

Sierra: día uno de la investigación, no he encontrado nada todavía.

Astrid: ¿quieres que vaya a ayudarte después de salir del trabajo?

Sierra: no, mejor preocúpate por ir decente, Dankev te tiene una sorpresa.

Astrid: ¿una sorpresa?

Sierra: Si, nos vemos mañana.

Astrid miró con extrañeza su celular, ¿una sorpresa? No estaba entendiendo nada.

Miró la hora y maldijo, sólo faltaban 30 minutos para cambiarse e ir a la tienda así que corrió hacia su habitación, se bañó y se puso un pantalón jean negro, un suéter color blanco y encima una chaqueta color beige, en sus zapatos estaban las mismas botas de siempre.

Salió de la casa y corrió hacia la tienda, su jefe era alguien que no aparecía mucho por ahí y además estaba obsesionado con la puntualidad, no sabía cómo pero el jefe se daba cuenta de a qué hora llegaba Astrid a la tienda.

Faltando cinco minutos para la hora de entrada, Astrid ya se encontraba parada en la puerta intentando calmar su respiración, estaba agitada y no quería entrar así.