Capítulo 10

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Uriel se encontraba tirado en su cama mientras miraba el techo oscuro de su habitación

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Uriel se encontraba tirado en su cama mientras miraba el techo oscuro de su habitación.

Estaba en su solitaria casa, había una pequeña ventisca de nieve y por ende no había clases en la universidad.

Se levantó de la cama y observó su entorno, su habitación era blanca y amplia, su cama era matrimonial con sábanas azules oscuras. En una esquina había una pequeña mesa con una televisión y en otra esquina estaba su escritorio con su laptop y sus cosas para estudiar. Habían tres puertas, una que daba al baño, otra al clóset y otra para salir a la sala.

—Tengo hambre —confesó el chico.

Empezó a caminar hacia la puerta de la salida y cuando la abrió el pasillo largo y estrecho se presentó ante el. Caminó por aquel sitio y las fotos de su infancia, de su adolescencia y de diferentes momentos de su vida aparecieron colgadas en la pared.

Una vez en la cocina abrió la alacena y sacó una funda de pan, decidió hacerse un Sándwich.

Untó la mayonesa en el pan, luego la lechuga, el kepthup y demás cosas que el quería agregar.

Miró por la pequeña ventana que había en la cocina y notó que había una chica parada frente a la casa del vecino, se le hacía conocida.

—Esto se pondrá interesante —comentó el, curioso.

Se acercó más a la ventana y mientras se comía el sándwich, miró lo que intentaba hacer la persona.

Él conocía a esa mujer, la conocía desde hace mucho tiempo y le parecía algo raro que estuviera por ahí a esas horas.

La mujer se acercó a la puerta de la casa de al frente y empezó a tocar la puerta. Nadie abrió así que ella buscó una piedra y con toda la fuerza que tenía, la lanzó hacia la ventana rompiendo esta.

—¿Qué diablos? —Uriel no se lo podía creer.

La mujer gritó algo que el chico no pudo descifrar y luego la puerta de la casa se abrió mostrando a unos señores de la tercera edad que salieron confundidos al exterior.

Se acercó a ellos e intentó entrar a la fuerza a la casa, forcejeó con los señores y hasta casi los tira en el piso, pero ambos viejos hicieron todo lo que pudieron para no dejarse caer.

Habían pasado unos cuantos minutos en donde la mujer todavía quería entrar a la casa, en una ocasión golpeó la cara de la señora.

—Esto no se quedará así —comentó ella, se giró hacia el sentido contrario y empezó a caminar. Cuando ya estubo a punto de desaparecer gritó: —¡Nadie se mete conmigo!

Y dicho esto, se fué.

Uriel dejó el pan en la mesa y caminó hacia la puerta de la casa, se puso un abrigo negro y salió. El viento le golpeó el rostro y el frío le caló los huesos, Uriel empezó a caminar detrás de la mujer bajo la atenta mirada de los señores.

No te acerques a Uriel [COMPLETA] [Editando]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant