4 •

3.7K 231 45
                                    

–Boo.

El susurro de Lali me asustó cuando acercó su boca a mi oreja. El silencio de la biblioteca era tal que podía escuchar el ruido de la respiración de la chica que estaba sentada en el otro extremo de la mesa larga. Había cuatro o cinco personas más desparramadas en los otros sectores, además de Nadia, la bibliotecaria encargada, que siempre te saludaba amable y pausado, y la cual ya me conocía. Lali dejó su mochila a un costado de la mesa y se sentó en un lateral, a mi diagonal.

–¿Te asusté?

–Un poco –tampoco quedar tan en evidencia– ¿Qué haces acá? ¿Te escapaste de clase?

–Terminé recién y supuse que ya ibas a estar. ¿Qué estás leyendo? –y levantó un poco el libro para leer la tapa: la Constitución Nacional– ah, qué divertido.

–Hay leyes que ni sabía que existían.

–Y hay otras que deberían cambiarse con urgencia –agregó– a veces me asusta pensar en que cuando nos recibamos, vamos a saber de memoria ése tomo.

–A mí lo que me asusta es no recordarlas –digo releyendo una de las líneas que subrayé y ella esbozó una sonrisa– te vi antes cuando pasé por el salón, pero no te quise molestar porque estabas muy concentrada.

–Dibujando estrellitas en el cuaderno –continuó, y me hizo reír.

–Es un embole, ¿no? –subió un hombro– voy a considerar esa respuesta como un sí –doblé la punta de la hoja del libro y después lo cerré– ya varios me recomendaron que me anote en la otra cátedra.

–Es que si tan solo el profesor hablara más rápido... –dijo como si estuviera aclamándolo– es tan pausado que nunca logro concentrarme. Pero quizás tenga que ver conmigo que necesito que me digan rápido la información.

–Puede ser. Igual no vas a ser la persona a la que le pida los apuntes –y Lali rió. La chica sentada en la otra esquina pidió silencio chistando sin levantar la cabeza. Tal vez por vergüenza o para que dudemos de donde vino, pero éramos tan pocos y fue tan cercano el chistido que no había más opciones.

–¿Hace mucho estás? –me preguntó después y bajó más la voz, casi hablando en mímica.

–Un rato... –y chequeé la hora en el reloj. En qué momento pasaron dos horas y media– ¿Los chicos están afuera?

–Gimena sale de cursar en quince y Matías con Vico estaban esperando en la calle –explicó. Victorio fue otro compañero que se unió a último momento cuando la profesora de la materia que compartimos los cinco exigió que hagamos un trabajo grupal. Victorio no tenía con quién hacerlo y se acercó tímido a nosotros para consultar si podíamos hacerle un lugar. Y cómo no hacérselo a un nuevo ingresante.

–¿Querés que vayamos? –propuse. Ella asintió y después guardó la goma en mi cartuchera.

Al pasar por la recepción, le avisé Nadia que anote otro libro en mi lista. Volvió a chequear que le haya devuelto el que me llevé la semana pasada y que le devolví hace menos de dos horas, y volvió a sonreírme deseándome un buen fin de semana. Lali susurró cuán atraída se sentía Nadia por mí y me reí hasta que llegamos a la puerta principal de la universidad y nos reencontramos con nuestros compañeros. Desde que los dos festejamos juntos su cumpleaños, iniciamos un lazo entretenido que consistía en convidarnos algún café mañanero antes de entrar a cursar, de provocar alguna carcajada indisimulada en medio de una clase por algún chiste fácil, compartir el dinero para las fotocopias, a veces almorzar bajo un árbol en el parque aledaño a la facultad y otras veces encontrarnos en la biblioteca para compartir algún tema de estudio. Ya consolidados como grupo junto a Matías, Victorio y Gimena, elegimos turnarnos para reunirnos en las casas de cada uno a estudiar y completar los trabajos demandados. Ya habíamos visitado la casa de Matías, en la que antes de entrar nos pidió perdón por sus padres. Lo entendimos cuando los encontramos gritándose mientras jugaban un campeonato de fútbol en el televisor. Victorio avisó que a su casa iba a ser difícil ir porque estaban refaccionándola y había albañiles todo el tiempo, así que, ante el silencio, propuse la mía. No es que estaba escapando de mostrar el lugar en donde me crié, pero... bueno, sí, estaba evitando mostrar el lugar donde me crié.

ASIGNATURA PENDIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora