3. vii. the real hell

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EL VERDADERO INFIERNO

CUANDO VENUS Y DRACO VOLVIERON AL COMPARTIMENTO, LAS MIRADAS DE SUS AMIGOS LOS ASALTARON CON ANSIAS DE RESPUESTAS

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CUANDO VENUS Y DRACO VOLVIERON AL COMPARTIMENTO, LAS MIRADAS DE SUS AMIGOS LOS ASALTARON CON ANSIAS DE RESPUESTAS.

—Han sido ellos, ¿cierto? —preguntó con cautela Liz.

Draco miró a Venus esperando que ella respondiera, pero la muchacha se había encogido de hombros en una esquina del vagón.

El chico suspiró preocupado.

—Buscaban a Potter, los muy lerdos se creen que estaba regresando al castillo —comentó Draco sentándose al lado de su novia.

Apoyo su mano sobre el muslo de Venus intentando obtener alguna reacción por su parte, pero la chica solo se encogió más en su asiento. Draco se sintió aún peor, se había removido incómoda ante su toque como si tuviera miedo.

Miedo de él.

—¿Enserio pensaban que iban a encontrarlo aquí? ¿Tampoco lo subestiman? —inquirió Theo sentado en frente de los dos rubios y observándolos con detenimiento.

—No son muy inteligentes que digamos —comentó Draco aún absortó con el extraño comportamiento de Venus—, este verano lo hemos podido comprobar de primera mano.

Las preguntas sobre que habían tenido que hacer esos meses llenaron el compartimento de inmediato. Hablaban a la vez desbordando curiosidad, y a la vez temor. Las palabras hacían que la muchacha Rosier se sintiera cada vez más mareada, más perdida, más rota.

Los gritos desesperados de la gente siendo torturada le arañaron las entrañas, las suplicas, los sollozos, la sangre, los cuerpos inerte, los ojos sin vida.

Era demasiado para ella.

Venus se levantó de repente tan pálida como un fantasma, captó de inmediato la mirada de todos sus amigos que pensaban que se había dormido. Se habían callado de forma abrupta dejando que las palabras muriesen en sus gargantas.

—Venus, ¿qué ocurre? —preguntó Blaise.

—Necesito....salir un momento —balbuceó mientras alzaba la mano para abrir la puerta del compartimento.

Dejando ver como temblaba de pies a cabeza.

La chica salió sin dar oportunidad a nadie a ofrecer su compañía. Liz, adivinando las intenciones de Draco que había comenzado a levantarse, posó su mano sobre su hombro enfundado en aquella cara chaqueta negra.

El rubio volteó en su dirección con el ceño fruncido. La muchacha con comprensión negó varias veces con la cabeza.

—Déjala un rato sola, tal vez lo necesite —le susurro con voz maternal.

Recurriendo a toda su fuerza de voluntad, volvió a tomar asiento a regañadientes. Se cruzó de brazos para evitar que sus manos comenzaran a temblar.

DEMONS, draco malfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora