32.

4.2K 541 161
                                    

El perfume de las flores inundaba su nariz y sentía como la suave brisa del verano entraba por la pequeña ventana que habían colocado en aquella habitación, acompañada del dulce cantar que pertenecía a las traviesas aves que rondaban el jardín

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El perfume de las flores inundaba su nariz y sentía como la suave brisa del verano entraba por la pequeña ventana que habían colocado en aquella habitación, acompañada del dulce cantar que pertenecía a las traviesas aves que rondaban el jardín.

Y ni con esas distracciones Evie podía dejar de ver a esa pequeña criaturita de cabellos rubios y brillantes ojos ámbar que dormitaba junto a ella envuelta en unas sábanas rosadas, pero lo que realmente la enterneció fue el lazo blanquecino que portaba esa bebé en el cabello, uno que era idéntico al que Levi le había regalado a Evie desde que ingresó a la milicia.

Una sensación de calidez inundó el cuerpo de Evie mientras pasaba una de sus manos por la suave mejilla de esa cosita tan linda que se parecía tanto a ella misma y a su amado rubio. Se sintió viva en ese mismo instante, aunque su propio cabello estaba hecho un desastre y el cansancio era palpable en su cuerpo, era como si nada del mundo exterior existiese y lo único importante en su vida fuera esa bebé a la cuál miraba con fascinación.

Se preguntó si su madre sintió lo mismo cuándo vió su rostro por primera vez, una torpe sonrisa brotó de sus labios y  sintió que iba a llorar en cualquier instante por todas las sensaciones tan abrumadoras. Pero de pronto sintió una mano en su hombro y giró percatandose de la presencia del padre de esa recién nacida.

Reiner no la miraba a ella, si no que se encontraba viendo a su retoño con una mirada algo perdida, cosa que asustó un poco a Evie. Pero lo que no esperaba era que el imponente rubio tomase en brazos a la tranquila bebé, provocando que un llanto desgarrado comenzara a inundar la habitación al ser separada de su progenitora.

—¿Reiner?¿Qué haces?. Nuestra hija estaba tranquila junto a mi.

Exclamó la joven madre sin saber exactamente de dónde sabía que esa bebé era de ambos, pero al parecer el rubio no quería escucharla, ya que continuó caminando hacia la salida de la habitación. Evie intentó moverse, pero bajó la mirada y se horrorizó al ver grilletes en sus tobillos, los cuáles la encadenaban a la cama, y eso hizo que un pánico insoportable se instalara en su pecho.

—¡Hey!¡No te vayas!¡Devuelvemela!.-Volvió a gritar al escuchar el llanto desesperado de su hija, pero al parecer el rubio no iba a tener compasión con ella.

Reiner se giró y una sonrisa desquiciada partía sus labios, muy distante a todas esas muecas dulces que siempre le brindó a la mujer de cabellos azabaches y lunares bonitos. Sus ojos se encontraban opacos, casi sin vida, pero ahí había una sola emoción, una que revolvió el estómago de Evie y logró que la primera lágrima bajara por su rostro.

Porque Reiner la estaba viendo con asco y eso era algo que ella no podía soportar.

—Una puta como tú no debe tener a nuestra hija.-Sentenció Reiner mientras salía de la habitación escondiendo a la bebé del campo de visión de Evie, provocando que la niña llorara aún más fuerte que antes mientras era separada de su madre.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Where stories live. Discover now