18.

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La noche era algo extraña dentro de los cuarteles que servían para albergar a los cadetes dentro de las murallas

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La noche era algo extraña dentro de los cuarteles que servían para albergar a los cadetes dentro de las murallas. Ese mismo día habían sentenciado el futuro de Eren Jaeger y no faltaba mucho para que los distintos novatos decidieran a que tropa entrarían luego de tantos años de duro entrenamiento.

Reiner Braun, un espía que se encargaba de llevar la victoria a su patria natal, se encontraba dando vueltas en su cama. Compartía habitación con tres chicos más, su compañero y mejor amigo, Bertolt, un muchacho calvo que respondía al nombre de Connie y el mejor amigo de su enamorada, Jean.

Estaba algo ansioso, no porque Eren Jaeger era un titan y debían capturarlo para llevarlo con ellos para recuperar algo de la gloria que habían pedido tras la muerte de Marcel, eso era lo de menos en la cabeza del rubio. Sólo podía pensar en la bella azabache de bonito lunar que no aparecía desde que el juicio de Eren había terminado.

Le había preguntado a Mikasa y Armin, pero ellos no sabían mucho, solo que había hablado con un superior y luego desapareció hecha una furia por los pasillos de los tribunales. No se preocupaba del todo, sabía muy bien que era era una muchacha bastante capaz de protegerse a si misma y su propio cuerpo era testigo de ello, pero temía que la hubieran castigado por algo o que, luego de tanta presión, se escapara lejos de la vida de un soldado.

Pero esa última opción no cabía en la cabeza de Reiner, después de todo Evie estaba lo suficientemente entusiasmada con entrar a la legión de reconocimiento para enorgullecer a su padre y nunca había conocido a una persona que hablara del hombre que la crió con tanto cariño. Sin duda no bajaría los brazos cuándo se trataba de honrar a su padre.

Pero esos pensamientos se esfumaron de su cabeza cuándo comenzó a escuchar unos cuántos golpes provenir de la puerta de su habitación. Iba a dejarlos pasar, quizá era el viento o alguno de sus superiores volviendo ebrio de una fiesta, pero luego los golpes se hicieron más frecuentes y el rubio estuvo apunto de golpear a la persona que golpeaba así.

—Reiner, ábreme.-Murmuró una voz que el rubio escuchó perfectamente y reconocía demasiado bien como para pasarla por alto.

Se levantó rápidamente con la ropa para dormir puesta y unas ojeras bastante marcadas, pero eso no le importó cuándo abrió la puerta y se encontró con una pequeña muchacha de preciosos cabellos azabaches y brillantes ojos azules delante de la puerta.

—¿Evie?¿Qué haces aquí?.-Preguntó viendo como la mayor de ambos se sostenía de la puerta para no caer al suelo, eso lo preocupó, pensando que se había herido o algo parecido.

—Yo sólo quise verte.-Murmuró pasando sus brazos por el cuello ajeno, utilizando su pequeño tamaño para poder ocultar su rostro en el pecho del más alto que se quedó algo impresionado por la muestra de cariño tan apresurada.

Si, ellos eran cariñosos entre ambos, pero nunca de esa manera tan pegajosa dónde Evie parecía aferrarse con fuerza a su cuerpo. Y justo en ese instante, al sentir el olor que desprendía la mayor que se percató de algo bastante decepcionante.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora