Red swan; Reiner Braun. [#1]

33.

Un guerrero se debía a su pueblo.

Esas eran las enseñanzas que su madre, Karina Braun, le había inculcado desde el momento en el que comenzó a hablar correctamente. Él había nacido para servir a Mare y dar honor a su familia, convirtiéndose en guerrero honorario, todo para poder hacer feliz a su amada madre y que su padre volviera a casa. Pero se percató tarde que su progenitor era un marleano que lo quería lejos para salvar su propio pellejo.

Aún así siguió adelante, intentó cumplir la misión que se le era encomendada, todo para no decepcionar a esos brillantes ojos castaños que lo miraban con tanto cariño el mismo día que partió hacia Paradis. Y es que su pequeña prima de tan solo tres años, Gabi, había sido una enorme razón por la cuál no abandonó todas sus obligaciones como guerrero.

Pero su cabeza dolía al pensar que todo había sido en vano, todo su esfuerzo no sirvió y su familia nunca estaría completa. Destruyó miles de vidas, mató a tantos inocentes, engañó a las personas que consideraba sus compañeros y traicionó a la única mujer que realmente podría considerar el amor de su vida. Todo por nada.

—No puedo creer que estemos sin descanso desde ayer por la mañana, no pudimos beber, comer o dormir con normalidad. Pero por suerte la muralla no tenía ningún agujero, creo nos merecemos un descanso. Y quizá un ascenso, quién sabe.-Comentó en su papel de soldado, intentando usar esa máscara para que su corazón no se rompiera aún más.

Pero todos los presentes se quedaron de piedra al escuchar esas palabras saliendo de los labios ajenos, y Eren no sabía si era demasiado desvergonzado o realmente estaba perdiendo totalmente la cabeza justo delante de ellos. Quizá un poco de ambas.

—Reiner...

Murmuró el castaño que portaba al titan colosal, esperando que su amigo volviera al guerrero que era y que siempre debía ser, porque estaba seguro que si seguía escuchando ese tipo de cosas él mismo se volvería completamente loco. Reiner solo pudo fruncir el ceño, extrañado por el tono que estaba utilizando su mejor amigo. Ellos se merecían un poco de reconocimiento, habían pasado por una situación sumamente traumatizante y sin embargo habían logrado salir ilesos sin equipo de maniobras a mano.

—¿Qué?. Nos ganamos eso, actuamos extraordinariamente a pesar del caos, deberían valorar nuestro mérito como soldados, en especial el de Evie, fue una fantástica líder allá arriba aunque vivió una situación tan horrenda, estoy muy orgulloso de mi chica. No digo que nos conviertan en capitanes, ese ya es el puesto de mi suegro y estoy casi seguro que el comandante me odia un poco por estar con su hija, pero seguro podemos llegar a un acuerdo.

Exclamó con una pequeña sonrisa en el rostro al nombrar a la bonita azabache de llamativos lunares. Si, Evie era su chica, su prometida, y cuándo todo terminara se casarian, formarían una familia preciosa e intentarían olvidar todo el desastre que la guerra dejó en esos dos pobres corazones.