12.

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Evie no había cruzado palabra con nadie desde que ella y Armin habían llegado dónde sus demás compañeros

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Evie no había cruzado palabra con nadie desde que ella y Armin habían llegado dónde sus demás compañeros. No podía hacerlo, simplemente su mente y su corazón se sentían demasiado pesados para hacerlo.

Se había dejado caer en el tejado, junto a su mejor amigo, agradecida que él no haya perecido en manos de los titanes, pero al instante se sintió como la peor persona que había pisado el planeta, ya que ella estaba junto a una de las personas más importantes en su mundo, pero Armin y Mikasa habían sido privados de Eren.

Una arcada se hizo presente y no tardó en vómitar, sintiendo como las manos de Jean acariciaban su espalda con dulzura, sabiendo muy bien que su mejor amiga había vivido un completo infierno. Evie era fuerte, lo suficiente para no dudar al ver un titan, pero se sentía tan responsable de las muertes de sus camaradas que no podía frenar sus pensamientos negativos.

Mina, Nik, Tomás, Eren, todos habían confiado su vida en las diminutas y frágiles manos de una niña tonta e irresponsable como Evie Langer, y la azabache no dejaba de arrepentirse por actuar de una manera tan imprudente, pensando que podría comerse todo el mundo de una vez.

Ella no era su padre, no era Erwin, tampoco Mike, ella no era nadie comparada con los hombres que le habían enseñado absolutamente todo lo que sabía y había dejado morir a cuatro de sus compañeros así, como si fueran simple comida de titanes dispuestos a morir en cualquier momento.

Escuchó como Jean comenzaba a murmurar sobre la vida aburrida que había vivido, resignando que su vida se acabaría dentro de poco tiempo y no pudo sentir más que un fuerte abrazo de su parte. Escondió su rostro en el cuello ajeno, disfrutando de la calidez que su mejor amigo le estaba regalando, puesto que ambos no durarían mucho en ese mundo.

Pero de pronto sintió como el anillo que tenía colgado en su cuello pesaba más de lo normal sobre su pecho y eso hizo que el bonito rostro de su madre apareciera en sus pensamientos. Un rostro blanquecino, pálido, casi sin vida, acompañado de unas horribles ojeras que eran parte de su madre, pero que aún estando enferma podía sonreírle con la más bonita de las expresiones.

Eso hizo que una llama se avivara en su interior, una llama que le gritaba que no debía rendirse, no cuándo su padre contaba con su presencia cuándo volviese, no cuándo todavía ni había encontrado al hombre que la había engendrado, no cuándo su historia todavía no estaba contada. Se separó rápidamente de Jean y se puso de pie, dejando al castaño algo impactado cuándo la azabache secó las lágrimas que habían brotado de sus ojos casi sin quererlo.

—¡Mikasa!.

Escuchó como esclamó uno de sus compañeros y no pudo siquiera mirar a la muchacha de rasgos distintos, si bien su espíritu de lucha estaba reavivado todavía no podía dejar de pensar en todas las muertes que tenía en su conciencia.

Armin tardó un poco, pero pudo decirle a la Ackerman lo que había ocurrido, desde todos los que habían fallecido a manos de los titanes, hasta que Eren murió salvandolo a él y a Evie. Cosa que era verdad, sin ese imbécil ellos no habrían podido salir de la boca del titan y probablemente estuvieran muertos para ese entonces.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Where stories live. Discover now