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Un suspiro de satisfacción brotó de los labios de la pequeña niña de once años al observar como el pequeño cuarto se encontraba totalmente impecable, tal y como Levi se lo había pedido cuándo hicieron el trato hace más de un año

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Un suspiro de satisfacción brotó de los labios de la pequeña niña de once años al observar como el pequeño cuarto se encontraba totalmente impecable, tal y como Levi se lo había pedido cuándo hicieron el trato hace más de un año.

Evie era una mocosa bastante agradable para Levi y no le molestaba tenerla alrededor, más aún cuándo él mismo se había ofrecido a ayudarla proveyendo alimento y medicamentos para la madre de la pequeña, pero cuándo llegó un momento dónde la niña pidió que la dejase trabajar para él.

Levi no lo veía necesario, él podía tranquilamente encargarse de Evie con las ganancias que lograba conseguir, pero esa pequeña era demasiado testaruda y luego de una larga discusión, el pequeño hombre le permitió que se hiciera cargo de la limpieza y eso alegró mucho a la niña que se estaba comenzando a sentir como una simple carga para el hombre mayor.

No era un secreto las razones por las cuáles Levi ayudaba tanto a esa niña, aún más que a los demás pequeños que estaban a su cargo. Simplemente se veía claramente en Evie, no sólo porque sus madres fueron profanadas a diario por hombres asquerosos únicamente para darle algo de comida a sus hijos, si no porque se veía reflejado en la mirada zafiro de la niña.

Esa niña era una auténtica luchadora, podía verlo en la llama en sus ojos, en sus ganas de vivir y pelear por su vida y la de su madre. Eso era admirable en cualquier sentido y por esa razón Levi decidió que la ayudaría, después de todo si él no hubiese recibido ayuda del bastardo de Kenny estaría bajo tierra para ese entonces y no hubiese querido que Evie pase por eso.

—Haz mejorado con la limpieza.-Felicitó el hombre adentrándose a la pequeña casucha que utilizaban para las reuniones, pero dónde también vivía él junto a sus dos fieles compañeros y amigos.

Una sonrisa satisfecha y orgullosa se dibujó en los labios de la diminuta niña de once años. Levi era una persona demasiado estricta con la limpieza y muchas veces la regañó por su manera de hacerlo, pero estaba bastate contenta de, por fin, lograr cumplir las expectativas del hombre que más admiraba en en mundo.

—Evie-chan, ven aquí.-Exclamó la voz estridente de una pelirroja bastante avasallante.

Isabel se adentró al lugar y no tardó en tomar en brazos el frágil y pequeño cuerpo de la niña como si fuese una pluma. Y es que Evie no era lo suficientemente grande como alguien de su edad, la desnutrición que había sufrido desde que era una bebé la había llevado a crecer mucho menos que los demás niños, Levi lo sabía porque a él le había ocurrido exactamente lo mismo y sabía muy bien que Evie nunca crecería demasiado en el futuro.

Aún así Levi sonrió de lado cuándo la pequeña niña comenzó a removerse entre los brazos de su querida amiga, dispuesta a ganar la batalla aunque Isabel fuese mucho más grande y fuerte. Si, eso también le recordaba a sí mismo.

—¡Estás ensuciando el piso con esos zapatos cubiertos de mugre!.-Gritó la niña totalmente ofendida por el desastre que la pelirroja estaba haciendo en el suelo recién limpio.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora