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La legión de reconocimiento había sido testigo de su victoria no mucho después que Erwin Smith se desmayara por la gravedad de sus heridas

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La legión de reconocimiento había sido testigo de su victoria no mucho después que Erwin Smith se desmayara por la gravedad de sus heridas. Su única hija lo subió a un caballo con ayuda de algún soldado que pasaba por allí y no dudó ni un segundo en montarse justo delante de él para no perderlo de vista ni un segundo.

Así llegaron al distrito de Trost sin ninguna baja en el camino de vuelta, eso había sido extraño, pero Evie no quiso preguntar, estaba demasiado preocupada por el bienestar de su padre y su cabeza no quería pensar de más, porque estaba segura que terminaría sobrepasada de esos sentimientos negativos que rondaban en su pecho.

Desde el mismo instante en el que un doctor puso las manos sobre su padre no pudo separarse de él. Pese a las insistencias de Jean y sus amigos que debía bañarse, dormir y comer con normalidad ella seguía negada a realizar otra acción que no sea limpiar las heridas de su padre y rezar en silencio que pudiera abrir sus ojos.

Levi lanzó un pequeño suspiro cuándo entró a la habitación que estaba utilizando su pareja desde que llegó herido, percatandose que su hija estaba allí, dormida en una silla mientras su cabeza no abandonaba el regazo de quién le había dado la vida. No era una sorpresa para el Ackerman, después de todo Evie se había quedado toda la noche anterior allí, cambiando los paños fríos de la frente de su padre, intentando que la fiebre baje un poco.

No sabía exactamente qué había ocurrido en el campo de batalla, solo había recibido una Evie llena de lágrimas disculpándose por no lograr cuidar a su progenitor y un amante sin un brazo en estado de inconsciencia. Todavía recordaba como la pequeña adolescente se aferraba a las ropas de su padre adoptivo con fuerza, murmurando disculpas que Levi no necesitaba, pero que le rompían un poco más su corazón. Él intentó ser fuerte, encerrando sus miedos y penas muy dentro de su corazón, ya que debía consolar a su hija y poner todo de si para que su pareja se recuperase.

—Estúpida mocosa, te esfuerzas demasiado, eres como tu padre, no saben cuándo detenerse ustedes dos.-Murmuró el hombre más fuerte de la humanidad mientras pasaba el dorso de su mano por la cálida mejilla de la persona que más le importaba en ese mundo.

Evie estaba bastante descuidada, su cabello totalmente enredado caía sobre el regazo del herido, sus mejillas tenían rastros de lágrimas secas y podía jurar que estaba utilizando la misma ropa desde que Erwin había sido ingresado en ese lugar. Eso provocó un fuerte dolor en el corazón de Levi, pensando en que su hija realmente era una persona sumamente pura que no merecía ningún mal en ese mundo cruel dónde había nacido. Ella no era igual que sus padres y eso tranquilizaba un poco a Levi, ya que él y su amante tenían ganado un lugar en el infierno desde el mismo instante en el que murieran, pero Evie no era así.

Con ese pensamiento en su cabeza Levi dejó un pequeño beso en la frente de su protegida, sabiendo que ella era la única capaz de sacar un lado tan vulnerable del soldado más letal de la humanidad. Pero no esperó que esa simple acción lograse que sus enormes ojos azules comenzarán a abrirse lentamente, intentando acostumbrarse a la luz que les regalaba la ventana.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Where stories live. Discover now