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El sol iluminaba el blanquecino rostro de la muchacha Langer mientras sentía como la suave brisa le hacía un poco menos insoportable el simple hecho de estar parada bajo el sol durante más tiempo de lo necesario

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El sol iluminaba el blanquecino rostro de la muchacha Langer mientras sentía como la suave brisa le hacía un poco menos insoportable el simple hecho de estar parada bajo el sol durante más tiempo de lo necesario.

Había llegado al campo de entrenamiento por la mañana y ya estaban haciendo una especie de formación mientras el instructor intentaba humillar lo máximo posible a ella y todos sus compañeros, buscando de alguna manera hacer que se dobleguen, pero eso no era algo que Evie Langer hiciera.

La mirada de la azabache era dulce, y no parecía lo suficientemente fuerte o imponente como las de algunos de sus compañeros, pero aún así aquello no decía nada, ella sabía muy bien del fuego que se hallaba en su alma y no dejaría que nadie la amedremente.

Había dejado mucho de lado cuándo se enlistó. Había dejado su puesto seguro dentro del cuartel de la legión, había dejado las charlas extrovertidas de Hange, los gestos de Mike, las risas junto a Nanaba y los momentos relajantes junto a Moblit. Había dejado a Erwin Smith, el hombre que más la asfixiaba, pero al mismo tiempo había comenzado a querer con todo su corazón.

Pero lo que más le dolía era tener que separarse de su familia otra vez y se lo hizo saber a Levi mientras lo abrazaba con fuerza y lloraba en su hombro cuándo se tuvo que despedir. Se había comportado como una pequeña bebé que la separan de sus padres cuándo tuvo que decirle "adiós".

Levi no había sabido que hacer, así que simplemente le beso la frente con dulzura y le colocó un lazo blanco al rededor de su cabello, dejando un lindo moño vislumbrarse. Ella se prometió cuidar el lazo que su protector le había obsequiado y desde ese instante sería su amuleto de buena suerte.

Sabía muy bien que desde ese instante todas las personas que conoció dentro del cuartel se convertirían en sus superiores y nunca más tendrían la misma relación que ántes, ya que si se descuidaban un segundo podrían morir en mano de los titanes únicamente por tratarla como una mimada.

Hinchó su pecho cuándo vió que el instructor se paró frente a ella y lo único que hizo fue colocar su puño en su pecho, imitando el saludo militar que su padre le había enseñado hace un tiempo largo.

—¡Oye, tú!.

—¡Si, señor!.

Exclamó con una voz bastante plana, digna de un nuevo soldado que le debía respeto a su superior, aún si éste la trataba como si fuese una basura de la sociedad, después de todo ya le habían contado algo sobre los tratos de ese hombre y no se iba a dejar intimidar por alguien así.

—¡¿Quién eres, escoria?!-Preguntó Shadis gritándole a la pobre Langer que apretó aún más el puño, dispuesta a tratar de aguantar las ganas de responderle de mala manera.

—¡Evie Lagner, señor!.

Exclamó y pudo observar con el rabillo del ojo, como el chico castaño que estaba a su lado se la quedó mirando y es que era imposible no sorprenderse al escuchar la voz tan clara y fuerte de parte de una muchacha que no pasaba del metro cuarenta y cinco de altura.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Where stories live. Discover now