21.

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La noche había caído para todos los cadetes y veteranos que se encontraban esperando al día siguiente para salir de las murallas en busca de una esperanza para la humanidad

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La noche había caído para todos los cadetes y veteranos que se encontraban esperando al día siguiente para salir de las murallas en busca de una esperanza para la humanidad. Hacía frío, quizá más de lo que mucho hubieran pensado, pero podían soportarlo, después de todo eran soldados de élite y los que tenían el futuro del mundo en su espalda.

Pero en la cabeza de Reiner sólo podía existir la preocupación por la preciosa mujer que adoraba como si fuera una diosa. Sabía muy bien que Evie Langer no soportaba el frío bajo ningún término, no por nada fue la persona que peor vivió la experiencia de entrenar en las montañas cubiertas de nieve. Todavía podía recordar como tuvo que cargar con una delirante azabache que temblaba y hasta lloraba por el frío que le calaba los huesos.

Se mordisqueó el labio mientras se removia debajo de la manta que estaba utilizando para dormir. Eran demasiados soldados para obtener una cama para cada uno, por esa razón los cadetes fueron dejados en una enorme habitación del castillo que servía como base y utilizaban sólo unas cuantas mantas para descansar un par de horas hasta que tuvieran que partir.

Escuchaba los ronquidos de Sasha a lo lejos, los quejidos de Connie por las patadas que recibía de la castaña, las charlas de Mikasa y Armin, también los muemuros cómplices de Ymir y Christa. No había mucha gente que pudiera dormir esa misma noche ya que al día siguiente tendrían que salir de los muros dispuestos a dar su vida si Erwin Smith lo indicaba.

No había visto a Evie desde que llegaron al lugar, no después que ella fuese directamente a los brazos de un pequeño hombre que la miraba como si ella fuera la criatura más importante en su mundo. Casi al instante los celos inundaron su cuerpo, pero luego comenzó a escuchar como sus compañeros murmuraban sobre cómo el padre de Evie era nadie menos que el hombre más fuerte de la humanidad y aquello lo tranquilizó un poco.

Pero al parecer Evie no deseó verlos otra vez, después de todo tuvieron unas horas libres y todos los cadetes de la tropa ciento cuatro se encargaron de hablar sobre ciertas cosas que tenían pendientes con Eren, menos ella que se tomó su tiempo para hablar con su padre adoptivo.

Nadie la juzgó, todos sabían que ella necesitaba estar con su padre, después de todo era el hombre que Evie admiraba y por esa razón quería entrar a la legión, no era descabellado que quisieran tener un momento a solas. Y Reiner era aún más consciente de ello ya que fue la mismísima Evie quién vino a llorar en su hombro vociferando sobre su padre biológico, seguramente eso tendría que ver con la larga y emotiva charla que se debía con el hombre que la crió.

Todos sus pensamientos se esfumaron de su cabeza cuándo sintió una mano pequeña posandose en su cabeza. Rápidamente subió la mirada, esperando encontrarse con cualquier enemigo, pero se sorprendió bastante al ver a una delgada muchacha de ojos azules y cabellos azabaches arrodillada a su lado, no poseía el traje habitual de la legión, eso le hizo pensar que tuvo un tiempo para colocarse la ropa de dormir ántes de ir a verlo. Evie no sabía que él estaba despierto cuándo fue a verlo, sólo quería tener una última visión del rubio ántes de ir a una misión dónde estaría en juego su vida, pero la vergüenza la inundó casi al segundo que sus ojos se conectaron con los del menor.

Red swan; Reiner Braun. [#1] Where stories live. Discover now