INOCENCIA FALSA

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Es como un niño... Y tan protector... No, él no puede hacer ese tipo de cosas... Solo se preocupa por mí y mi bienestar... Él es muy inocente...

Lo conocí, hace bastante tiempo, cuando en primavera las flores abrían sus pequeños capullos dejando ver sus lindos botones y las mariposas revoloteaban, y cuando los colores eran más llamativos y más vivos. Todo rebosaba de vida.

Vivía en una ciudad modesta, con una casa que se encontraba cerca de un hermoso parque y de un hermoso bosque al que acudían muchas personas, pues era él más seguro de la ciudad, todo era hermoso. Había muchos pájaros, ardillas, e insectos pequeños y hermosos como las abejas y libélulas.

Nadie sabía cómo era que aquel lugar siempre estaba rebosante de belleza, pero yo si lo sé, sé que alguien cuida bastante de él, como cuida de mí...

Hace 16 años...

Los días eran calurosos, las mañanas tenían un aire que llegaba a refrescar, en ese momento las vacaciones de verano habían iniciado, los niños jugaban en aquel parque, todos juntos cerca del lago lejos de la mirada de los adultos curiosos, con un gran amigo.

- Muy bien niños, ¿están listos? – Preguntaba aquel ser.

- ¡Sí!

- Entonces corran a esconderse y yo los buscare – la alegre vocecilla tintineante estaba rebosada de vida.

Los niños corrían a esconderse entre los arbustos y los setos, tratando de no alejarse mucho de su gran amigo, tratando de evitar la parte oscura del bosque. Aquel lugar oscuro y frío que parecía arrastrar a las mentes más curiosas a un lugar sin retorno. Pues su gran amigo les había dicho que jamás debían cruzar a ese lugar pues si lo hacían desaparecerían.

Los niños eran muy obedientes y alegres, pero una niña en especial, se divertía mucho más que todos esos niños.

- ¡Splendorman, Splendorman! – Llamaba la pequeña voz al ser que se encontraba de frente a un árbol contando con los ojos cerrados.

- ¿Sí? Treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro... – Dijo sin voltearse y sin dejar de contar.

- ¿Te puedo ayudar a buscar?

- Claro, pero colócate aquí y sigue contando conmigo, treinta y seis – hizo una seña con mano, mientras la pequeña, se acercaba a su lado.

- Treinta y siete.

Los juegos de las escondidas, los atrapados, y el atrapar objetos era de lo más divertido para los niños, además de comer unos deliciosos sándwiches de mermelada o con crema de cacahuate o maní, y refresco o aguas de sabores deliciosos, y convivir con ese ser tan bondadoso que los cuidaba, junto con algunos amigos que parecían estar siempre con aquel sonriente ser. Siempre trataba de educarlos en cómo debían tratar al medio ambiente, y como debían tratar a los demás, plantas, animales y personas.

Todos los niños lo adoraban y adoraban aprender pero más esa pequeña, (TN). Ella pasaba la mayor parte de sus veranos yendo al parque y a ese bosque. Su madre quien la cuidaba mucho, no tenía ningún miedo, ningún padre lo tenían, sus hijos siempre regresaban a la puesta del sol y siempre regresaban alegres y de un mejor ánimo, no obstante solo algunos no regresaban, pero nadie los recordaba.

- ¿Pero porque ellos si pueden ir contigo? – Preguntaba la pequeña un día que se encontraba platicando con ese ser.

- Eso es porque tú eres necesitada aquí – explico él con su sonrisa de siempre.

(TN) siempre llegaba demasiado temprano a ver a su gran amigo, pues si no lo hacía todos los niños estarían sobre él, y ella a pesar de todo, aunque disfrutaba de estar con los demás niños, pensaba en que quería conocer más a su mejor amigo. Pues para ella eso era, un amigo en el que podía confiar.

YANDERE BOY'SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora