35. Perdidos

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Dante comenzó a signar para que todos estuviesen al tanto de nuestro acuerdo y los lobos me observaron con asombro al ver que había ganado aquella batalla. Me esforcé por ocultar la sonrisa de satisfacción que amenazaba con iluminar mi rostro, como la humilde loba que era, y los observé con expresión neutral.

—Tu coche está enfrente del Aurora —le dije a Dante, que enarcó una ceja incrédula—. Percibí el rastro de Zoe cuando iba a arrancar y lo dejé allí aparcado. Las llaves están en los pedales.

Nekane se rio entre dientes al ver las expresiones de estupefacción del resto, ya que la loba estaba familiarizada con algunas de mis habilidades, y Hugo me observó con un asombro que no tenía límites.

—¿Cogiste el coche de Dante?

—¿Para ir al Aurora?

«¿Y dejaste las llaves dentro?»

La risa de Nekane se intensificó y puse los ojos en blanco mientras les dedicaba una sonrisa traviesa y me dirigía al interior de la cabaña. Zoe se alegró cuando descubrió que vendría con nosotros y que iríamos al Aurora para que pudiese darles una explicación a Rosa y Caballero y así recoger el coche de Dante.

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Desde el exterior del bar escuché cómo la joven contaba que se tenía que ir del pueblo por unos días porque tenía una emergencia familiar. Nuestros amigos la envolvieron en una nube de cariño y apoyo, y sentí una punzada de culpabilidad en cuanto fui consciente de lo mucho que les estábamos mintiendo.

Mientras esperábamos a que Zoe saliese del local salí del Discovery, que estaba aparcado al lado del todoterreno de Dante, y me acerqué a ellos para entrar en el asiento trasero y coger mi teléfono y la cartera. Los lobos me observaron con incredulidad, pero no dijeron nada, y yo me limité a apoyarme sobre el capó mientras comprobaba los mensajes y las llamadas que había recibido en la última semana.

—África... —me dijo el alfa de la Manada del Valle, que se acercó a mí con gesto serio—. Siento haberte hablado de aquella forma y todo lo que-

—Está todo bien, Emil, pero más te vale tratar a bien a mi amiga cuando comience a formar parte de tu manada, porque de lo contrario-

—Moriré entre terribles sufrimientos —dijo con una sonrisa.

—Me alegra ver que tenemos las cosas claras.

Zoe llamó nuestra atención cuando salió del Aurora con lágrimas en los ojos y le di un apretón antes de que volviésemos a entrar en el Discovery. Hicimos una pequeña parada en su casa para coger una bolsa con sus cosas y nos posicionamos tras el coche de Dante en la carretera.

Al cabo de un rato, el alfa se detuvo en el arcén para dejar a Emil y a Nekane cerca del asentamiento de su manada, y los lobos se despidieron de nosotras antes de desaparecer en el bosque.

La maldición del sol +18 (Completa)Where stories live. Discover now