6. Omega

8.9K 999 223
                                    

۰ • ☀ • ۰

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

۰ • ☀ • ۰

El lobo que respondía al nombre de Dante me observaba con una intensidad abrumadora a escasos metros de distancia, así que apreté el agarre del bisturí que sostenía, preparándome para atacar. El otro hombre emitió un gruñido gutural al ver el pequeño arma con el que apuntaba al alfa y sus ojos se transformaron salvajemente, apoderándose de ellos un poderoso brillo anaranjado que me dejó atónita.

¿Era un beta? Fruncí el ceño al ser incapaz de comprender lo que estaba ocurriendo. Nekane era la beta de la Manada del Valle y Emil era su alfa. No se podía retar a las dos figuras de mayor rango al mismo tiempo y los lobos que tenía enfrente no mostraban indicios de haberse visto involucrados en un combate recientemente. La rápida sanación que caracterizaba a nuestra especie podía haberse encargado de eliminarlos, aunque tampoco sabía durante cuánto tiempo había estado inconsciente.

—Suelta eso —ordenó el beta con cara de pocos amigos y con una autoridad que no me sorprendió.

—Ven y oblígame —respondí con voz grave, tratando de mantener a raya al lobo que vivía en mi interior.

El alfa ladeó la cabeza al escucharme y mis ojos se encontraron con su mirada antes de que diese un paso en mi dirección, generando una ligera brisa que permitió que mi olfato detectase algo que activó mis recuerdos.

—¡Tú! —exclamé acercándome al alfa que me había estado acosando—. ¡Tú me empujaste!

La ira que se apoderó de mi voz rebotó en las paredes del cuarto y el hombre me observó con incredulidad mientras la sangre que fluía por mis venas era sustituida por puro fuego.

—Da gracias que llegamos a tiempo para salvarte la vida —dijo el beta con suficiencia, cuyos ojos habían recuperado su coloración verde habitual.

—¿Y quién te pidió ayuda?

—¿Insinúas que no la necesitabas? —preguntó acercándose un poco más a mí, volviendo a mostrarme el poderosos naranja de sus iris que simbolizaba que se estaba enfadando—. ¿A quién se le ocurre transformarse delante de un aberrante? ¡Os habría matado a las dos!

—¡La última vez que lo comprobé no tenía que justificar mis actos ante ti! —grité acercándome a él inconscientemente.

—¡No me levantes la voz, omega! —bramó agarrándome del brazo con furia.

Un gruñido gutural brotó del pecho del alfa al escuchar mi desplante y el beta me soltó de golpe, como si mi piel lo hubiese quemado con el contacto. Mis ojos se volvieron hacia el misterioso lobo que nos observaba con sus brillantes iris dorados a una distancia prudencial y mi frente se arrugó con confusión.

—¿Cómo te encuentras? —me preguntó el beta con una curiosidad sincera.

—¿Ahora te preocupa mi bienestar? Si no me hubieseis dado matalobos, ¡estaría perfectamente!

—Nosotros no te hemos dado nada —dijo el beta mientras se frotaba la nuca con cansancio.

—Ah, ¿no? ¿Y qué es todo eso? —pregunté señalando las bolsas del líquido que habían vaciado en mi torrente sanguíneo.

—Es lo que te hemos dado para contrarrestar el efecto del acónito. No esperábamos que te recuperases tan pronto... La verdad es que dudábamos que fueses a despertar en algún momento.

Sus palabras eran duras pero sinceras, el lobo que habitaba en mi pecho estaba seguro de ello, y al encontrar sentido a su explicación bajé la mano en la que tenía el bisturí, pero continué apretándolo con fuerza.

—¿Entonces cómo llegó a mí el matalobos?

Los iris del alfa se iluminaron con un poderoso brillo dorado que me cautivó y me perdí durante unos instantes en las emociones que se reflejaban en su mirada. Los ojos del beta se desenfocaron durante unas milésimas de segundo, indicando que se estaban comunicando telepáticamente utilizando el vínculo de la manada, lo que no hizo más que aumentar mi confusión. ¿De dónde narices habían salido aquellos dos? ¿Y dónde estaba Emil?

—Uno de los aberrantes te lo inyectó antes de que pudiésemos hacer nada por evitarlo —explicó el beta para mi sorpresa.

—¿Aberrantes en plural? —El alfa asintió con la cabeza—. Yo solo vi a uno.

—Llegaron dos más cuando perdiste el conocimiento —dijo el beta, provocando que entrecerrase los ojos con sospecha.

—¿Me estás diciendo que uno de ellos puso su vida en riesgo al recuperar su forma humana para inyectarme matalobos a mí? —La incredulidad que tiñó mi voz provocó que intercambiasen miradas significativas—. ¿Me estáis tomando el pelo?

—Tenemos cosas más importantes que hacer que jugar contigo al gato y el ratón —dijo el beta con una suficiencia que hizo que me entrasen ganas de darle una bofetada.

—¿Dónde está la chica?

—Muerta.

Su respuesta me golpeó con una fuerza que no esperaba y cerré los ojos para recuperar el control sobre mi lobo. Mis manos comenzaron a temblar, pidiendo que liberara las poderosas emociones que se habían instalado en mi pecho, y la ira se propagó por mis venas con una rapidez asombrosa. Inspiré con una calma que no sentía, y cuando volví a abrir los ojos y me encontré con sus miradas, no pude controlarlo más.

—¡Si no os hubieseis metido en medio, ahora mismo estaría viva! —bramé al sentir el dolor de la pérdida de una vida inocente en el corazón.

—Ah, ¿sí? ¿Con tu ayuda y con la de cuántos más?

—¿Qué te hace pensar que necesito ayuda para deshacerme de un lobo enclenque como tú? —respondí enfurecida al percibir la superioridad con la que me había hablado.

El gruñido que brotó de la garganta del beta se detuvo en cuanto gemí y me llevé una mano al pecho. Mi corazón latía con fuerza por la furia que se había apoderado de mí, bombeando sangre a toda velocidad y propagando los restos de matalobos que había en mi organismo por todo mi cuerpo.

—¡No me toquéis! —exclamé al ver que se acercaban a mí con la intención de ayudarme.

«O de atacarme».

Sentí sobre mí el poder que se recogía en sus miradas y que emanaba de sus cuerpos, pero no me importó porque estaba demasiado ocupada tratando de mantenerme despierta. Mi mente no pudo aguantar más y comenzó a apagarse sin tener en cuenta mis súplicas, pero antes de que mis ojos se cerrasen pude ver a través de la ventana las cumbres nevadas de la montaña, lo que solo podía significar una cosa: ya no estaba en el valle.

 Mi mente no pudo aguantar más y comenzó a apagarse sin tener en cuenta mis súplicas, pero antes de que mis ojos se cerrasen pude ver a través de la ventana las cumbres nevadas de la montaña, lo que solo podía significar una cosa: ya no estaba en ...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ya vamos teniendo un poquito más de información sobre estos dos personajes con los que se topa África...

¿Qué pensáis sobre el tema del matalobos?

¿Y sobre las montañas nevadas? :O

Espero que os haya gustado!

Nos leemos el martes ❤

La maldición del sol +18 (Completa)Where stories live. Discover now