37. Inconscientes

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Mi cuerpo se tensó al escuchar las pisadas de los cinco aberrantes que corrían en nuestra dirección y me sacudí con violencia al sentir como un escalofrío recorría mi espina dorsal

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Mi cuerpo se tensó al escuchar las pisadas de los cinco aberrantes que corrían en nuestra dirección y me sacudí con violencia al sentir como un escalofrío recorría mi espina dorsal.

—Coge la caja plateada que hay en el maletero y enciende el coche.

Zoe asintió con la cabeza y se movió con convicción mientras yo corría para coger el maletín que habían traído los aberrantes antes de dirigirme al todoterreno de Dante. Abrí la puerta lo más rápido que pude y me deslicé en su interior para coger los dos teléfonos que había en la guantera.

El motor del Discovery resonó en la inmensidad, y cuando me di la vuelta para emprender el camino hacia él, Zoe gritó mi nombre con pánico en la voz. El aullido que sonó a mi espalda heló la sangre que fluía por mis venas y me esforcé por correr lo más rápido posible para huir del lobo que saltó en el aire para abalanzarse sobre mí.

Mi cuerpo se golpeó contra el interior del coche justo antes de cerrar la puerta de un golpe, y gemí al sentir un profundo dolor que acuchilló cada centímetro de mi cuerpo. La puerta del Discovery se abolló hacia dentro al chocar contra ella el pesado cuerpo del aberrante y Zoe gritó atemorizada mientras aceleraba marcha atrás.

A través del cristal vi cinco pares de miradas sangrientas que se acercaban cada vez más a nosotras, pero Zoe no dudó en ningún momento y continuó conduciendo marcha atrás hasta que encontró un lugar en el que girar a toda prisa. Mi cuerpo se golpeó contra la puerta y el impacto envió una oleada de dolor que me dejó conmocionada durante unos segundos.

—África, háblame —ordenó la joven con una autoridad que despejó la bruma de mi mente.

—Estoy bien.

—¡Estás de puta madre! —exclamó histérica.

—Sigue el camino hasta que encuentres la carretera. Cuando llegues al desvío toma la general y mantén los ojos abiertos para no pasar la pista de tierra que se adentra en el lado derecho del bosque. Desde ahí es todo recto hasta la cima de las montañas —expliqué en un susurro para que solo ella pudiese escucharme.

—Toma —dijo tirándome la manta que había cogido del maletero para que cubriese mi cuerpo desnudo.

—¿Estás bien? —pregunté mientras la observaba con atención.

—África, no me jodas.

Su comentario consiguió que una ligera sonrisa se abriese paso entre mis labios y me colé entre los asientos para llegar a la altura de los lobos que había en la parte trasera del coche. La sangre bañaba todo cuanto alcanzaba a ver y no sabía cuánto tiempo hacía que habían perdido la consciencia.

—¿Qué pasa? —preguntó Zoe al escuchar que maldecía con frustración.

—No sé cuál es el código de sus teléfonos y ninguno de ellos reacciona para decírmelo y que pueda comunicarme con la manada —expliqué mientras me frotaba las sienes y trataba de activar mi mente.

La maldición del sol +18 (Completa)Where stories live. Discover now