Capítulo 17.

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Jimin encendió su celular por como la quinta vez desde que salió del salón de clases, lanzó un fuerte y exagerado suspiro al encontrarse con la bandeja de mensajes vacía, solo con uno que otro por parte de la compañía de teléfonos y distintas clases de noticias. Pasaron varios días desde la última vez que vio a Yoongi, en ese tiempo no recibió ninguna señal de él, Jimin no quería perder la ilusión  de que en algún momento llegara lo que más ansiaba. Yoongi tenía su número de celular, en algún momento le enviará un texto diciéndole que lo extraña y que quiere verlo, no seas iluso Jimin, se bajó de las nubes a si mismo aunque no daba todo por perdido.

Tocó el tema una vez con Taehyung mientras le daban los detalles finales a un pastel de boda que debían de entregar ese mismo día y el castaño le dijo que parecía colegiala al estar esperando un mensaje que probablemente nunca llegará y es que, según Tae, Yoongi casi no utiliza su celular, son muy pocas las veces en las que lo enciende o le toma importancia, incluso no sabía que tipo de celular tenía.

Las palabras de su amigo le dolieron y al parecer lo notó pue al ver que hizo un puchero, el castaño empezó a decirle que nunca había visto a Yoongi tan relajado como cuando estaba con el. Si Tae quería hacerlo sentir mejor pues lo logró, sin embargo, conforme pasaban los días, la esperanza iba decayendo más y más, aunque aún se mantenía viva la flama, pero era una flama muy delgada y frágil.

Sólo tuvo una materia por lo que tenía la mañana libre, no tenía ningún compromiso temprano, así que se dijo que no estaría mal conocer la ciudad en la que ahora vivía, no podría pasar nada malo, incluso podía encontrar lugares bonitos para llevar a Yoongi después.

Colocó sus audífonos, la melodía de las canciones le inundaban todos los sentidos. Tomó el primer autobús que llegó a la estación, no sabía a dónde se dirigía, no obstante el planeaba bajar en el primer lugar que le atrajera.

Veía por la ventana las diversas escenas pasando velozmente, el día estaba soleado, pero no hacía calor, de hecho, ese día era el más frío del invierno de ese año, según Jimin.

No tuvo ni la menor idea de cuanto tiempo tardó en bajarse del autobús, pues aquel parque lleno de frondosos árboles, estaba vacío y parecía un lugar muy tranquilo, donde pudiera respirar bien y estar en paz. Sin quitarse los audífonos comenzó a caminar por el sendero, sintiendo la suave y fresca brisa tocar sus mejillas, ocasionándole un ligero tono rosado.

Extrañaba a su padre, ese clima hacía que en su mente solo estuviera el, recordaba los días en los que su pequeña pero feliz familia iban de paseo, aunque era aún un niño, tenía vagos momentos que atesoraba con todo su corazón.

Habiendo pasado treinta minutos se detuvo frente a un local austero de sushi, a pesar de ser pequeño, se notaba bastante limpio y presentable, el aroma de los platillos hizo que su boca salivara.

Dentro, Jimin logró contar solo cinco mesas para dos personas cada una, había lámparas con luz amarillenta, dos ventanales al frente del restaurante, por alguna razón, Jimin se sintió en casa, el ambiente le resultaba bastante hogareño, tal vez ese sentir se debía al reducido espacio.

Tomó asiento, era el único cliente en ese momento por lo que inmediatamente un joven de cabello azabache y ojos pequeños, estaba frente a el, con una libreta en mano.

—Buenos días, ¿puedo tomar su orden?— Preguntó con voz clara y sin algún tipo de emoción en su voz, no lo miraba directamente y tragaba saliva muy a menudo y Jimin podía jurar que si no fuera por estar sosteniendo el papel y el lápiz, sus manos estuvieran temblando.

Levantó una ceja por el comportamiento extraño del chico pero después bajo la vista al menú que tenía en las manos.

—Me gustaría el combo número dos, por favor—. Al terminar de ordenar, solo lo vio asentir e irse sin decir más.

𝑻𝒂𝒄𝒊𝒕𝒖𝒓𝒏𝒐. «𝑱𝒊𝒎𝒔𝒖»حيث تعيش القصص. اكتشف الآن