Capítulo 28

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—¿Ustedes se conocen?

Hoseok se había parado de su asiento, demasiado confundido pero el que al parecer estaba menos medida, porque fue el primero en tomar la palabra.

Sólo estaban ellos junto con el azabache pues el local estaba vacío a esa hora del día, de alguna forma agradeció aquello.

El ambiente era extraño, ¿el era el tal Jungkook al que Yoongi buscaba y no encontraba? Todos tenían la misma pregunta rondando su mente, aunque bueno, a pesar de escuchar al pálido decir el nombre, querían otra confirmación.

La escena frente a ellos era algo que no se esperaban, ver a Yoongi derramando lágrimas, no estaba hecho un desastre mas parecía estar en shock, pero nunca lo habían visto de esa manera. Su pecho subía y bajaba exageradamente, como sino pudiera respirar.

Jimin comenzó a preocuparse por el pálido, temía que en cualquier momento se desmayaría.

Recordó las pastillas que mantenía guardadas en su mochila, rápidamente la descolgó de la espalda e indagó en ella hasta dar con el pequeño maletín.

Al abrirlo, grande fue su sorpresa, varios frascos se encontraban ahí, no estaba seguro de cual era el correcto y nervioso pues nadie decía nada, decidió actuar.

—Yoon, tienes que tranquilizarte—dijo poniéndose frente a el, tapando de su vista al azabache.

Colocó ambas manos en los hombros del pálido, le pesaba ver las lágrimas caer por las mejillas, delicadamente las limpió con sus pulgares.

—Toma Yoon—Hoseok le extendía dos pastillas.

Jimin recuerda vagamente dejar la mochila en el piso sin importarle más, desesperado por no saber cuales eran.

Yoongi, sin pensarlo demasiado, las tomó de la palma del pelicafé y las tragó en seco.

—Lo siento, tal vez deba irme.

Todos posicionaron su vista en el azabache, quien ahora tenía el tono de piel tan pálido como Yoongi.

Jin le dio un golpecito a Tae, al lado de el, para que mirara las manos del chico, temblaban y al parecer no podía despegar sus ojos de Yoongi, que ahora estaba a la vista pues cuando habló, el rubio dejó de darle la espalda.

—No, espera un momento—dijo Yoongi habiéndose recuperado, avanzó lentamente hasta el y ya frente a frente, con la cara de la persona en la que había pensado más de cuatro años de su vida. —Eres tu.

No se atrevió a tocarlo, temiendo que desapareciera de la nada, como tantos de los sueños que tuvo tiempo atrás. Tenía demasiadas preguntas, sin embargo, ninguna parecía querer abandonar su boca.

—¿Por qué no nos sentamos?—preguntó Jimin.

Yoongi no volteó a verlo, no quería quitarle los ojos de encima a Jungkook, por nada del mundo. Ninguno de los dos decía algo.

—Jungkook, no has regresado por la...—un hombre de aproximadamente cuarenta años ingresó al lugar saliendo de detrás de una cortina. —¿Jungkook? ¿Sucede algo?

—Disculpe la molestia, ¿habrá un lugar donde podamos dejarlos solos?—preguntó Jin, levantándose de su asiento.

—¿Solos?

—Si Jimin, Jin tiene razón, necesitan hablar para aclarar las cosas—secundó Nam, manteniendo su gesto serio pero tranquilo.

—Pueden ir detrás, hay una bodega aunque es pequeña.

—Eso estaría bien—Jin caminó y se detuvo junto al par que se reencontró después de tanto tiempo. —Hey, ¿por qué no van y hablan? Estaremos aquí fuera.

𝑻𝒂𝒄𝒊𝒕𝒖𝒓𝒏𝒐. «𝑱𝒊𝒎𝒔𝒖»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora