Capítulo 23

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Jimin a la mañana siguiente recibió un mensaje en su celular.

"Hola, soy Yoongi. ¿Crees que el señor Kim me de el puesto?"

Aquellas simples palabras le hicieron sonreír en grande, por fin después de varios días Yoongi habló con el por mensajería, ya tenía el número de celular y sin aguardar mucho guardó el contacto como "Yoonie". No respondió al mensaje, decidió que era mejor opción llamarle directamente,  iba de camino a su trabajo, a pesar de que faltaba tiempo para que empezase su turno, también estaba el hecho de que si se ponía a escribir a la vez que caminaba, comenzaría a marearse y a dolerle la cabeza. 

—¿Por qué llamas?—fue lo primero que escuchó al terminar de timbrar.

—Digamos que quería escuchar tu voz—no obtuvo respuesta como usualmente. —Yoongi.

Lo siento, me perdí un segundo—carraspeó, ahuyentando el color en su rostro.

—¿Te has sonrojado?

Ya, déjame—guardó silencio. —¿Crees que si me aceptará?

—Obviamente si, y si veo alguna duda en su rostro, me arrodillaré si es necesario.

Se encontraba fuera de la pastelería, en la acera justo en frente al local, viendo a través de los ventanales como el señor Kim acomodaba todo lo necesario y limpiaba las mesas, dos comensales estaban sentados lejos uno del otro, cada quien en su propio mundo. Uno de ellos parecía muy joven, tenía las mejillas llenas de manchas blancas al estar comiendo una galleta llena de azúcar glass, parecía perdido en sus pensamientos, por el otro lado, estaba un hombre trabajando en su laptop, a su lado posaba sobre la mesa una taza y en el otro extremo una caja con pastelillos.

—No es n-necesario—por el tono del pálido, supuso que estaba nervioso, percibía en su voz cierto rastro de duda.

—Te aceptará Yoon—comenzó a caminar hacia la entrada del local. —Debo irme, estoy frente a la pastelería.

Está bien, a-avísame—lo último lo dijo con urgencia, trabándose de paso. —Bueno si quieres.

—Claro que lo haré—rió y después de unos minutos en silencio, se despidió de él suavemente, dando por finalizada la llamada.

Podía notar cada día más el cambio de Yoongi, de no decirle nada y estar nervioso en su presencia, ahora daba la impresión que estaba lo suficientemente cómodo a su alrededor, hasta aceptó la propuesta de trabajar con el. Se preguntaba si Hoseok estaba al tanto de la situación, sería bastante gratificante el ver su reacción, probablemente lloraría de la alegría que le embargaba.

Una vez dentro del local, procedió a hacer lo que siempre realizaba al llegar, ahora era más temprano que de costumbre, colocarse el mandil con el que trabajaba y guardar sus cosas en el casillero correspondiente a su nombre.

—Señor Kim—habló cuando el hombre se adentró en su área de trabajo. —Me gustaría comentarle algo.

—Claro, ¿qué sucede Jimin?—se detuvo y miró fijamente al rubio con semblante preocupado, haciendo que los pliegues en su rostro que traía consigo la edad, se marcaran con mayor auge.

—¿Tendrá un puesto disponible para alguien más?

—¿Puesto? No lo creo, estamos completos hasta ahora Jimin—confundido ladeó la cabeza. —¿Quién es ese alguien?

—Yoongi, estuvo aquí ayer.

—¡Oh! ¿el chico que parecía fantasma? Si se trata de el, si hay un lugar disponible—sonrió, relajando su postura corporal. —Incluso podría empezar hoy, claro si quiere.

—¿En serio? ¿Puedo llamarle para darle la buena noticia?

Cuando su jefe asintió, no perdió el tiempo e inmediatamente encontró el contacto de Yoongi, no es como si lo hubiera guardado en favoritos, no, para nada.

—Yoon—dijo recién atendió—¿tienes algún problema en empezar hoy?

¿Qué? ¿Ahora? ¿Por qué ahora?—contestó cada vez más rápido, no se esperaba para nada eso.

—Creo que necesitamos ayuda—el señor Kim lo miró con duda en su rostro a lo que Jimin le guiñó un ojo provocando que el mayor sonriese y negara sutilmente con la cabeza.

Sabía que si dejaba pasar un día o varios, Yooogi podría retractarse de la decisión de aceptar el empleo, así que presionarlo era la mejor opción para que fuese y no tuviera tiempo de pensar en sus acciones.

—P-pero no estoy listo, t-tengo que arreglarme.

—Pues te estás tardando—soltó una risita. —Anda Yoon, te estaré esperando. Toma el tiempo que necesites.

T-trataré de llegar lo más rápido posible.

Ambos se despidieron rápidamente y Jimin por fin pudo ponerse a trabajar, tres pasteles en el día de hoy, dos para Tae, quien llegaba más tarde y uno para el, aunque tal vez después terminara ayudándole si es que no había otro pedido o cosas pendientes.

—Jimin, ¿puedes atender el mostrador unos momentos? Necesito ir por unas cosas.

El mencionado asintió y se encamino hacia allá. Estar en el mostrador era completamente diferente a la decoradería, tenía más contacto con las personas y siempre se tenía que estar atento a que los comensales dentro de la tienda estuvieran cómodos y bien atendidos. Afortunadamente ese día eran pocos.

—Buenos días.

Prestó atención a la persona que recién había entrado en el local. Al levantar la mirada mostró una mueca sorprendida pues el joven que lo atendió estaba parado frente a el y al parecer causó la misma impresión en el chico, aunque su rostro formuló una expresión de sorpresa tan corta y apenas perceptible.

—¡Hola! Tu eres el chico de aquél restaurante, ¿cierto?—el chico sólo asintió. —Bien, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Pasteles a pedido o solo para llevar?

—Quisiera comprar pastelillos o algún pan dulce.

—¿Cuáles te gustaría llevar?

El azabache se agachó para observar el mostrador donde se encontraban los postres de diferentes sabores y tamaños, moviéndose a los lados, después de un momento se levantó en la misma posición que en un inicio.

—Dos de éstos y dos de éstos—dijo señalando a cada uno.

Jimin alcanzó una caja donde guardarlos, con las pinzas tomó dos bagel y dos stollen, cuando selló la caja se la pasó al chico del otro lado del mostrador, tenía el mismo aura que cuando lo vio por primera vez.

—Aquí tienes—el contrario le entregó el efectivo sin decir mucho más.

—Gracias—respondió al regresarle el cambio y después salió de la pastelería.

No tenía idea del cómo ese chico logró dar ahí, el restaurante no estaba tan cerca, tal vez vivía por esos rumbos, nunca lo había visto pasar cerca del local pero el tampoco llevaba demasiado tiempo trabajando en ese lugar como para estar seguro de lo que fuese.

Jimin caminó rápido hasta llegar a él, pues recordó que quería llevar a los chicos a comer ahí y no estaba muy seguro de saber donde se encontraba.

—Oye espera—se detuvo a una distancia prudente. —¿Podrías darme la dirección del restaurante?

El chico de cabello oscuro suspiró pesadamente y sacó del bolsillo trasero una libretita y un lápiz, escribiendo rápido en ella.

—Ya te había dado un papel con las calles—mencionó con voz trémula.

—Oh si, lo he perdido en el camino—el rubio rascó su nuca con verguenza y la respuesta que obtuvo fue una sonrisilla de lo más dulce.

Media hora después, estaba colocando unas orquídeas de dulce sobre un pastel de dos pisos, cuando el señor Kim entró en la decoradería.

—Jimin, Yoongi a llegado.

Casi lanzó la delicada flor sobre el pastel sin importarle nada, pero afortunadamente logró controlar su emoción y la dejó reposar con delicadeza sobre la superficie blanca para después limpiar sus manos sobre el mandil que usaba.

—¿Dónde está?

—En la entrada, parece tenerme desconfianza—mostró una mueca de preocupación. —No quiso seguirme hasta acá.

—Iré por él.

Lo divisó donde el señor Kim había dicho, miraba todo a su alrededor, la decoración de las paredes, el suelo bajo el, todo. Lucía impecable, vestía unos jeans negros con una sudadera blanca y tenis oscuros, también de su hombro derecho colgaba una pequeña mochila negra, parecía tener frío pues escondía las manos dentro de las mangas largas que portaba, sin olvidar el tono rojo en su nariz.

—Yoon, has llegado.

—S-si, ¿q-qué tengo que hacer?—preguntó viéndolo al fin.

—Tranquilo, tienes que hablar con el señor Kim.

—¿Por qué?

—Él es el dueño Yoongi—rió un poco para después ir a su área de trabajo, ahí se encontraba su jefe, agregando color a unas de las flores.

—Yoongi, si gustas acompañarme a la oficina, ahí podré hablarte más del trabajo y todo lo que implica—habló enderezándose.

El pálido volteó a mirar a Jimin, temeroso e indeciso. El rubio le hizo un gesto con la cabeza en señal que fuera.

—Ve, estaré aquí.

Haciendo una mueca de inconformidad, asintió. Ambos se dirigieron hacia el último cuarto del local, de vez en cuando Yoongi volteaba para verlo y asegurarse de que siguiera  ahí.

Esperaba que el señor Kim no lo abrumara con preguntas innecesarias, Yoongi debía decirle que no quería estar a cargo del mostrador, fácilmente Jimin podría hablar con su jefe para acomodarlo en un lugar donde sea cómodo para el pálido, sin embargo, quería que fuera Yoongi quien se hiciera cargo, tenía que hacer las cosas por su cuenta.

Unos diez minutos después la puerta de la oficina se abrió, un Yoongi concentrado en una hoja de papel salió hasta dar con el.

—¿Cómo te ha ido?—preguntó viéndolo arrugar la nariz mientras leía.

—¿Eh?—levantó la mirada. —A-Ah, bien. Me haré cargo de las galletas y me ha dicho que puedo ayudarte en los pasteles.

—Te aseguro que harás un buen trabajo—sonrió. —¿Cuál es tu horario?

—El señor Kim dijo que es igual al tuyo.

—Así que nos iremos juntos, bien, me gusta la idea—el rubio estiró su cuello hacia los lados. —Empecemos Yoon.

Yoongi asintió, guardando en su mochila las hojas dadas anteriormente, Jimin le extendió un mandil blanco y el se lo colocó lentamente, no creía que estuviera donde se encontraba en ese momento, nunca se creyó capaz de trabajar en una pastelería fuera de su zona de confort.

—Yoongi, ¿Hoseok sabe acerca de esto?

—No, no he podido decirle—murmuró mientras comenzaba a sacar todo lo que iba a usar.

Estuvieron durante todo el turno concentrados en sus tareas.  Taehyung habló en un momento del día para avisar que un profesor tomó la decisión de aplicarles un examen sorpresa, que incluía prácticas de laboratorio, habló tan rápido que no le dio tiempo para darle la noticia de Yoongi.

Dejando de lado eso, Jimin se encargó de enseñarle a Yoongi el cómo usar la maquinaria necesaria, también qué debería mezclar primero, la forma correcta de usar el horno, la cantidad de ingredientes para que las galletas estuvieran en su punto, otra cosa fue dependiendo de los ingredientes, era el tipo de galleta que hiciera.

Justo al pasar las nueve de la noche, el celular de Jimin, comenzó a sonar, limpiándose las manos con un retazo de tela, tomó el aparato.

—¿Si? Espera, pondré el altavoz—presionó el botón correspondiente. —Hoseok, estás en altavoz, ahora todo mundo puede escucharte.

Yoongi prestó atención a la llamada en curso, apenas habló Hoseok.

¿Yoongi está de nuevo contigo? No lo encuentro en el departamento y se ha dejado el celular.

—Aquí estoy Hoseok—contestó Yoongi, interrumpiendo de paso al rubio.

¿Yoongi? Oh santo dios, ¿por qué te esmeras en darme sustos desapareciendo así como así?—suspiró. —A todo esto, ¿dónde están?

—Estamos en la pastelería—respondió Jimin.

¿En serio? ¿Por qué?

—Hoseok—el pálido se acercó a Jimin. —He aceptado un trabajo en la pastelería.

—Wow, ¿e-eso es v-verdad?—soltó una carcajada, haciéndole pensar a Yoongi que su amigo se burlaba de él. Estuvo a punto de reclamarle pero Hoseok siguió hablando. —Es g-grandioso Yoon, n-no puedo creerlo, me s-siento orgulloso de ti.

—No e-es para tanto.

Jimin comenzaba a creer que a Yoongi le gustaba que lo felicitaran cuando hacia las cosas bien, o le hicieran ver su amor por el, sacaba ese lado tímido y tierno que no se ve en el muy a menudo pues siempre lo mantenía escondido en lo más recóndito de su ser. Tenía las mejillas rojizas y miraba hacia el celular en las manos de Jimin.

—Verás que será el empleado del mes, Hoseokkie—contestó el rubio.

Estoy seguro de que así será, ¿quieren que pase por ustedes?

—Acabas de llegar al departamento, es mejor que descanses.

—Ya, no es ninguna molestia, es más...—guardó silencio. —Podríamos tener una noche de celebración, ¿qué dicen? Puedes quedarte a dormir Jimin, bueno si no tienes nada que hacer en la mañana.

—Tengo una clase a las diez—hizo una mueca.

Yoongi aún sin verlo a la cara, hizo inconscientemente un puchero, ahora no le importaba nada de lo que estaba sintiendo, no quería preocupaciones, sólo estaba dejando a su corazón sentir lo que sea que fuere, en ese momento las consecuencias no eran relevantes.

—Puedo ir a dejarte cuando vaya de camino al trabajo.

Jimin se lo pensó un rato pero después suspiró.

—Está bien, tengamos esa celebración.

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Listooooooo

Disfrutenlo;) lxs amo♡♡

𝑻𝒂𝒄𝒊𝒕𝒖𝒓𝒏𝒐. «𝑱𝒊𝒎𝒔𝒖»Where stories live. Discover now