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Sirius Black caminaba por los pasillos, las miradas de algunas chicas estaban puestas sobre su figura y de vez en cuando, el chico volteaba a verlas para dirigirles una sonrisa coqueta junto con un guiño.

Su aspecto desordenado y rebelde resultaba increíblemente cautivador. Los dos primeros botones de su camisa estaban desabotonados, su corbata bastante floja y el cabello alborotado. Que estuviera ligeramente largo le hacía parecer más rebelde y atractivo.

Él sabia lo muy solicitado que era por las chicas y le encantaba de sobremanera la atención que le daban. No era capaz de negarlo.

Toda la semana estuvo pidiendo algunos favores que le debían algunas chicas y ellas muy gustosas estaban dispuestas a ayudar a Black. Sirius necesitaba cierta información y ya que conocía a poco más de la mitad del colegio, no le fue muy complicado encontrar a algunas chicas que le pudieran ayudar.

Una chica de slytherin comenzó a caminar junto a él, Black la miró y le dirigió una agradable sonrisa y pasó su brazo por los hombros de ella. 

—Hola, Sirius —saludó con un intento de voz sensual. Pero para tener quince años, aún no le salía tan bien.

—Geraldine, ¿cómo estás? —la chica se encogió de hombros— ¿conseguiste lo que te pedí?

Dejó salir una risa y le mostró un papel doblado.

—Por supuesto.

Sirius lo tomó de su mano.

—Ya estamos a mano. Agradezco tu ayuda.

—Como sea, si necesitas compañía no dudes en hablarme.

—Lo tendré en cuenta —le guiñó un ojos y quitó su brazo.

Geraldine dejó de caminar y miró a Sirius alejarse. La sonrisa que adornaba su rostro comenzó a desaparecer. Dio media vuelta y regresó con sus amigas.

Sirius abrió aquel papel con gran interés y comenzó a leer detenidamente todo lo que decía. Suprimió la sonrisa que se comenzaba a formar en su rostro, una vez que terminó la lectura doblo la hoja y la guardó en el bolsillo de su pantalón.

Una vez más comenzó a caminar a paso rápido hasta la entrada de la torre de astronomía. Allí habían tres chicas de ravenclaw. La que estaba en el centro miró a Sirius. Lentamente sus mejillas se comenzaban a tornar rosas.

Le dijo algo a sus amigas y se acercó a al chico.

—Olive, siempre es un gusto verte.

La chica sonrió un poco apenada y comenzó a jugar con un mechón de su cabello.

—Lo mismo digo, Sirius —dejó salir un suspiro sin lograr apartar la vista de sus ojos— aquí está lo que me pediste.

Le entregó una hoja doblada por la mitad.

Sirius la tomó y dejó un profundo beso en la mejilla de su contraria. La chica por poco deja de respirar.

—Es un gusto hacer negocios —dijo mientras daba una rápida caricia en la barbilla de Olive.

Apenas pudo asentir, aún cautivada por la intensa mirada de Sirius.

Black dio media vuelta y cuando dio vuelta al pasillo abrió la hoja que permanecía en su mano. Dejó de caminar para concentrarse en las palabras escritas.

Leyó todo el contendido tres veces antes de continuar con su camino. Sonrió mostrando los dientes mientras guardaba el papel dentro de su bolsillo junto con el primer papel.

Regresó a la sala común, donde estaban sus amigos. Los tres miraron al recién llegado, aquella sonrisa seguía sin desaparecer.

—¿Qué has hecho? —preguntó Remus  rápidamente y ligeramente preocupado.

—Nada, pero tengo cosas que hacer ahora mismo.

Haciendo oídos sordos a las palabras de sus amigos, se dirigió al dormitorio y ocultó ambas hojas en un lugar seguro. Era algo que prefería que nadie viera.

Se dejó caer en su cama, poniendo sus manos detrás de su cabeza y mirando con atención el techo. Lo único en lo que podía pensar en ese momento, era en Arlette Hale.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now