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Arlette tomó las mejillas de Regulus entre sus manos y miró con atención el rostro de su contrario. Aún tenía algunas marcas de los golpes pero poco a poco se esfumaban.

—En serio te ves horrible —le dijo con un toque de burla.

Regulus dejó salir una risa mientras negaba. Disfrutaba del toque de la chica y deseaba quedarse de aquella manera un momento más. Cerró los ojos mientras sentía cómo Arlette dejaba suaves caricias con sus pulgares a la altura de sus pómulos.

Hale besó la mejilla del chico y juntó su frente con la de él sin quitar las manos de sus mejillas.

—No me gusta verte así... ¿por qué no me dices qué pasó? —habló luego de un momento.

—Sólo fue una estúpida pelea, pero ya pasó y es mejor olvidarlo.

Sabía que si le contaba la verdad a la chica, se vería como un completo cobarde que no es capaz de defenderse por sí solo y es lo último que quería que pensara sobre él. Podía resolver sus asuntos sin la ayuda de nadie. No dejaba de ser un Black terco y orgulloso.

—Bien, ya no insistiré.

Se separaron sin dejar de mirarse, había tanta tensión entre ambos pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso, lo que era frustrante para los dos.

Caminaron a las afueras del castillo, donde nadie los pudiera molestar. Entonces se acostaron en el pasto y se dedicaron a mirar el cielo.

Aquello, era algo que hacían de vez en cuando, cuando estaban estresados o querían liberarse de la realidad un momento. Allí nadie los molestaba y el agradable sonido de la naturaleza les ayudaba a relajarse.

Los dos lo disfrutaban mucho, principalmente porque estaban en compañía del otro y no necesitaban nada más. De vez en cuando se dedicaban a buscarle formas a las nubes y otras veces sólo se quedaban en silencio, lo cual resultaba extrañamente reconfortante. Había veces en que Regulus se quedaba acostado y Arlette iba en busca de flores para hacer una corona.

Pero esta vez, decidieron simplemente acostarse y mirar el cielo.

Black se animó a tomar la mano de su amiga, ella sonrió mientras lo tomaba con fuerza. No se miraron, no era necesario, aquel suave toque lo decía absolutamente todo.

Sirius caminaba de un lado a otro con la mano en su barbilla y mirando fijamente el suelo. Parecía un león enjaulado que no había comido en días.

—Sirius, me estás mareando —habló Potter—¿podrías detenerte?

El nombrado lo miró. Peter y Remus también lo estaban mirando. Por poco olvidaba que estaba con sus amigos.

—Ya no sé qué hacer —habló con frustración— me odia, James, de verdad me odia y lo único en lo que puedo pensar en este momento es que le quiero romper la nariz al idiota de mi hermano. Fue él quien empezó la pelea.

—No intentes justificarte —habló Remus con gran seriedad— tú seguiste su juego y además James —lo miró— debiste detenerlos. No me parece que haya sido muy justo todo ese asunto. Sirius, no debiste golpear a tu hermano menor. Simplemente no debías hacerlo.

James y Sirius bajaron la mirada. No estaban para nada orgullosos de lo que habían hecho y James sabía que debía detener la pelea, él hubiera podido hacerlo, pero sólo se quedó mirando.

—El imbécil de Regulus llegó a golpearme la nariz y lo hizo dos veces, me tomó por sorpresa, luego me hizo explotar cuando comenzó a hablar. No podía quedarme sin hacer nada— se notaba la impotencia y furia en su voz.

—Pero Arlette no lo sabe ni lo sabrá— dijo Remus— Sirius, Regulus es menor que tu, por mucho que no te agrade, es tu hermano y además es el mejor amigo de Arlette. No debiste hacerlo, sólo lo mandaste directo a los brazos de la chica y le diste una muy buena razón para que te odiara. No la culpo.

Se cubrió la cara con ambas manos y tomó asiento en el sillón individual.

—No tengo ni idea de cómo arreglarlo— miró a sus amigos, su cara estaba ligeramente roja.

—Pedir perdón sería un buen comienzo— dijo Remus sin mirarlo.

—Tiene razón— habló James— sólo no le des más motivos para odiarte.

Asintió ligeramente mientras quitaba las manos de su cara.

—Lo intentaré... quiero decir. Si es que logro acercarme a Arlette sin ser golpeado en el intento.

—Sólo no te comportes como un patán.

Miró mal a Remus pero enseguida dejó salir una risa.

—Ya entendí.

—¿Y por qué no sólo la olvidas? —comentó Peter, que se había mantenido al margen de la conversación.

Todos lo miraron. De hecho tenía un buen punto. Miraron a Sirius, quien parecía haberse quedado sin palabras.

—Lo intenté. Quise alejarme y dejarla en paz pero ahora solo puedo pensar en que quiero que me perdone.

Nadie dijo nada más.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now