33; epilogue

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El día que murió Arlette Hale, fue uno de los días más lluviosos de todo el mes. Hacía tiempo que no caía una tormenta como aquella pero iba muy acorde a la situación. Sirius tomaba su mano cuando dio su último respiro y besó su frente mientras lloraba en silencio.

Nunca había sentido tanto dolor como esa vez, ni siquiera cuando vio el cuerpo de su mejor amigo. Pero tantas pérdidas le perforaban el corazón. Y la de Arlette, fue la más dolosora.

No hubo muchos presentes en el funeral, Hanako cargaba Atenea, el profesor Dumbledore y algunas personas del ministerio. Sirius tuvo que usar una poción multijugos para que no lo reconocieran y aunque odiaba la idea, era eso o no asistir al funeral. También estuvo presente Remus, pero no lograron hablar mucho pues no era un buen momento.

Nadie la conocía muy bien, pero la apreciaban mucho, había sido una muy buena estudiante, compañera y amiga difícil de olvidar. Cuando las personas del ministerio se marcharon, la poción comenzó a desaparecer y fue cuando Hanako regresó a Atenea a los brazos de su padre.

Sirius cargaba a Atenea, la niña miraba sin comprender lo que pasaba. Había muchos desconocidos y sólo se sentiría segura junto a su madre, que por cierto, no veía por ningún lado.

—¿Dónde está mami? —preguntó. Sirius ahogó sus lágrimas y le sonrió a su hija. Colocó un mechón del cabello de la niña detrás de su oreja.

—Mami se tuvo que ir, cariño. Pero ya no va a volver.

Atenea lo miró sin comprender y su expresión indicó que pronto comenzaría a llorar.

—Quiero que mami regrese —dijo a punto del llanto.

—Lo siento cariño —la abrazó y la niña acomodó su cabeza en el hombro de su padre— Yo también quiero que mami regrese.

Evitó con todas sus fuerzas llorar. Debía estar bien para su hija. La niña comenzó a llorar. Hanako también era un mar de lágrimas pero trataba de mantener la compostura. Dumbledore por su parte, le dio el pésame a Sirius y se marchó en silencio.

Un mes había pasado. Sirius aún se sentía triste y miraba las cosas de Arlette con nostalgia. Atenea a veces preguntaba por su madre pero Sirius le explicó con paciencia que ella estaba en un mejor lugar. Para tener casi cinco años, Atenea era muy inteligente, igual que su madre.

Y la foto de Arltte que permanecía en la sala, le ayudaba a ambos. Atenea a veces hablaba con aquella foto y Sirius la miraba por horas. Poco a poco lograban sobrellevar las cosas, por más difícil y doloroso que fuera.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now