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Un nuevo año escolar estaba por comenzar, Arlette no estaba muy emocionada por aquello aunque no era algo que le dasagradara.

Era más bien que no quería ver a ninguno de los hermanos Black. Probablemente iba a fingir que no existían y si los encontraba por el pasillo, sólo los ignoraría.

Como cada año, se despidió de sus padres y abordó el tren en busca de un compartimento vacío. Para su buena suerte, encontró a Lily y tomó asiento junto a ella.

Habían estado en contacto durante las vacaciones así que no había mucho de lo que pudieran hablar.

Sin embargo, la castaña no perdió la oportunidad para preguntarle a su amiga sobre el mundo muggle. Ese tema era algo de lo que a Lily le encantaba hablar y con mucha emoción le contó a su amiga. Arlette también le habló un poco sobre lo que había ocurrido en la reunión con los Black y Lily sólo le preguntó cómo le hacía sentir aquello. El tema quedó de lado y hablaron de puras cosas.

—Mi padre se dedica a la herbología, estudia todo tipo de plantas en casa y le pagan por cada informe que entrega. Y mi madre trabaja en el ministerio, en la oficina de Confederación internacional de magos. En pocas palabras, se relaciona con magos y brujas de otras partes del mundo.

—Fantástico —dijo Lily con gran emoción.

Arlette sonrió. Estaba muy orgullosa de sus padres y deseaba algún dia convertirse en aurora o en todo caso, seguir los pasos de su madre pues no era exactamente una fanática de las plantas como su padre.

—Te regalaré una de las plantas que tiene papá en casa. Son demasiadas y ya es hora que que se deshaga del algunas.

Lily dejó escapar una risa.

—Gracias. Seguro que a mamá le encantaría tener una planta mágica en casa.

Al llegar al castillo, cada una se fue a su respectiva mesa y dio inicio la ceremonia de bienvenida. Hale sentía una intensa mirada sobre ella, pero decidió ignorarlo por completo. Estaba bastante harta de los dramas y quería iniciar el año en completa paz, al menos en lo mayor posible.

Los siguientes días no fueron precisamente los mejores, se sentía más sola que nunca sin Regulus. Había visto a su ex amigo con sus nuevos amigos, que incluía a Severus, y eso la hacía sentir aún peor.

Estaba sentada a la sombra de un árbol, mirando a la nada y perdida en sus pensamientos. Pero su paz se vio interrumpida cuando un familiar rostro se puso frente a ella a una distancia muy corta.

—No estoy de humor ahora, Black —miró a otro lado.

—Sólo quiero preguntarte algo... después prometo no volver a molestarte.

Lo miró un momento y soltó un suspiro cansada.

—¿Qué es?

Sirius se sentó frente a ella y la miró directamente a los ojos. Las mejillas de la chica comenzaban a cambiar de color a uno rosa. La gran cercanía de Sirius la ponía muy nerviosa, sobretodo después de lo que ocurrió la ultima vez.

—¿Por qué no me apartaste cuando te besé?

Estaba perpleja, ni ella lo sabía, no tenía una respuesta a eso, tal vez estaba tan molesta con Regulus que después de que él terminara su amistad ya no se sentía enlazada a nadie. Miró a Sirius analizando cada una de sus facciones.

Era muy guapo y no había forma de negarlo.

—No lo sé —dijo. Ella misma estaba consciente que incluso lo había amenazado para que no se le volviera a acercar. No entendía lo que sentía y eso sólo la enfadaba más— ¿Tú por qué me besaste?

Él sonrió y se encogió de hombros.

—Lo siento. No debí hacerlo y te prometo que no lo volveré a hacer —miró el suelo por un segundo— quisiera que fuéramos amigos, sólo si tu quieres.

Sirius la miró analizando su rostro. Tenía unas facciones muy finas, el corazón del azabache palpitaba con fuerza. Nunca había sentido algo así por nadie, sin embargo, no le molestaba sentirlo por ella.

—Sólo promete no ser un idiota —ambos rieron.

—Lo prometo —murmuró.

Nuevamente se miraron a los ojos con una sonrisa, Sirius se estaba acercando cada vez más y entonces la tomó de las mejillas y acercó su rostro. Arlette se permitió cerrar los ojos mientras sus respiraciones se mezclaban.

Sus labios se volvieron a unir. De los ojos de Arlette comenzaron a salir lágrimas y Sirius nunca podría haber sabido si eran de tristeza o culpa o algo más.

Se separaron, Black limpió las lágrimas de su contraria.

—Perdón —dijo con tono serio y suave sin dejar de mirarla a los ojos— por todo lo que he hecho. Sé que a veces mis emociones me ganan y hago cosas sin pensarlo dos veces. Tal vez has salido lastimada en el proceso y lo lamento profundamente.

—Nunca dejas de ser un idiota, ¿cierto?

Ambos rieron.

—Me temo que no —suspiró— hay algo que necesito decirte y realmente necesito que me creas porque lo diré de corazón, no son sólo palabras vacías.

—¿Qué es?

La castaña sintió su pulso acelerarse, estaba tan nerviosa que un cosquilleo le recorrió el estómago.

—Me gustas, Arlette —confesó de pronto— me gustad mucho y juro por mi vida que jamás haría nada para hacerte daño, por eso te pido que me des una oportunidad para demostrarte que mi amor por ti es real y sincero y que no eres una conquista como sé que tal vez crees.

Arlette puso su mano sobre la de Sirius.

—Sirius, lo siento. Necesito aclarar mis sentimientos y  creo que es mejor que me des un tiempo. Además, ni siquiera te conozco tan bien.

Sirius sonrió.

—Creo que deberíamos comenzar con tener una cita o algo así. Tal vez seas un asesino serial y yo aún no lo sé.

Sirius dejó salir una larga risa.

—Me parece una buena idea —dijo.

Quitó los restos de lágrimas y los ojos del Black mayor brillaron. Era un gran avance para él, sólo no tenía que arruinarlo.

Peinó el cabello de su contraria con delicadeza y dejó un beso en su frente para finalmente marcharse. Se sintió extrañamente calmado, pero con una gran felicidad recorriendo sus venas.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now