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Sirius no se interpuso en su camino los siguientes días y era extrañamente agradable para Arlette. Se sentía muy tranquila y fuera de presiones, de vez en cuando su mirada terminaba en Regulus y una gran tristeza le invadía pero prefería recurrir a los caminos largos para evitarlo. Durante las clases que compartían, prefería tomar el asiento de hasta el frente y así evitar su mirada.

Poco a poco lo llevaba, pero aún le dolía. Regulus le había roto el corazón y había una herida que no sanaría con rapidez. Lo quería demasiado y en realidad no entendía por qué la había alejado pero lo iba a superar.

Era un miércoles bastante tranquilo, Arlette estaba en la jardinera escribiendo en aquella libreta que el Black menor le había obsequiado el año anterior.

Dejó de hacerlo cuando alguien se paró frente a ella obstruyendo el paso de luz, levantó la vista y se encontró con un muy sonriente Sirius.

Le resultó bastante extraño no verlo rodeado de su grupo de amigos.

—¿Necesitas algo? —le preguntó la chica.

—Tengamos una cita este sábado —dijo simplemente.

Arlette frunció el ceño y lo miró fijamente durante un momento, la sonrisa del chico no se esfumó en ningún momento.

—Bien. Te veo a las tres en la entrada.

El pelinegro sonrió satisfecho y se fue más que contento. La chica lo miró alejarse y una sonrisa se asomó en su rostro mientras negaba.

Siguió en los suyo, aunque con el pensamiento de cómo sería tener una cita con Sirius. Nunca lo había imaginado, ese era más bien el sueño de muchas otras chicas. Pero ahora sería una realidad para ella. Comenzó a escribir aquello en su libreta, que había tomado como un diario.

El sábado llegó con rapidez, terminó de peinarse y salió de su sala común. No estaba precisamente nerviosa pero si dudaba sobre su decisión. Pero no perdía nada saliendo con Sirius. En todo caso podría darle una patada si se comenzaba a comportar como un idiota y no le permitiría volverse a acercar.

Ella quería alejarse pero allí estaba, dispuesta a tener una cita y sólo bastaron unas estúpidas, lindas y románticas palabras. Quería arrancarse la cabeza.

Caminó a paso lento hasta la entrada, vio a su cita caminar de un lado a otro bastante nervioso. ¿Sirius nervioso? Eso era imposible.

Lo miró desde lejos un momento más y sonrió antes de acercarse. La verdad es que se veía adorable, nunca hubiera imaginado a Sirius nervioso con una chica, él era seguro de sí mismo la mayor parte del tiempo.

Sirius sonrió mostrando los dientes al ver a la chica y se acercó para abrazarla. Fue un abrazo un tanto incómodo pero por fortuna no duró tanto.

Caminaron juntos hasta las carrosas y sin dudarlo ni un poco, como buen caballero, Sirius la tomó de la mano para ayudarla a subir.

Su conversación solo rondaba respecto a las clases y tiempos libres que tenían entre clases, de vez en cuando con preguntas aleatorias para conocerse los gustos y aficiones del otro. Arlette se imaginaba que Sirius sería del tipo que hablaba de él mismo todo el tiempo, pero en realidad se notaba muy interesado en saber más sobre ella y eso le sorprendió. Era cierto eso de no juzgar a una persona sin conocerla.

Llegaron al pueblo y comenzaron a caminar, no tenían un plan específico por lo que se limitaron a improvisar.

Arlette se sintió extraña cuando se dio cuenta que había estado riendo y jugando a mitad de la calle con Sirius. La chica lo había empujado un poco en forma de juego y él había comenzado a hacerle cosquillas. De alguna manera, ambos habían terminado en el suelo riendo a carcajadas.

Se estaban divirtiendo y Arlette temía eso. No quería pasarla bien con Sirius. En realidad, esperaba que al final de la cita sólo deseara no volver a verlo jamás, pero sentía todo lo contrario. Quería volver a salir con él.

Al final del día, Sirius llevó a la chica hasta su sala común mientras dejaba un beso en su mejilla.

—Espero que podamos tener otra cita —dijo el moreno con cierto tono de esperanza.

—Eso me gustaría mucho, me divertí hoy.

—Yo también.

Se sonrieron una última vez, la chica entró a su sala común y Sirius se fue mientras liberaba un gran suspiro y pasaba sus manos por su rostro.

Se la había pasado de maravilla y esa chica lo traía realmente loco.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now