29; lily

8K 967 269
                                    

•✦───────────•✧

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

•✦───────────•✧

Lily sabía lo peligroso que era salir de su escondite con todo lo que estaba pasando y por todo lo que se aproximaba, pero cuando recibió la carta de Arlette donde le pedía verla, Evans no lo pensó dos veces. Debía verla aunque sea una vez más. Aunque sea para decir adiós. El futuro era incierto, pero ella sabía muy en el fondo que todo acabaría muy mal.

Con ayuda de James logró encontrar un lugar seguro para su reunión, aunque el hombre era el menos emocionado pues debía permanecer en la casa, solo, esperando que nada malo pasara.

Y arriesgándose aún más, decidió llevar al pequeño Harry, le ilusionaba mucho que Arlette lo conociera y tal vez no habría una mejor oportunidad que aquella.

Era un miércoles por la mañana, hacía bastante frío y una suave llovizna caía sobre Londres. Arlette abrigó bastante bien a la pequeña Atenea pues tampoco podía perder la oportunidad de presentársela a su mejor amiga.

Para Lily fue una enorme sorpresa ver a Aarlette con un bebé en brazos, en las pocas cartas que intercambiaron, nunca le mencionó nada de un hijo o que estuviera casada.

—No me esperaba verte con un hijo —habló Lily mientras miraba de cerca a la criatura.

—Lamento no haberlo mencionado, la verdad es que no quería que nadie lo supiera.

Atenea abrió los ojitos para mirar a la pelirroja y fue cuando Lily se dio cuenta de todo, esos ojos eran inconfundibles.

—Él no lo sabe —afirmó.

—Por supuesto que no. Yo tampoco lo sabía cuando me fui.

—¿Cómo se llama? Es hermosa.

—Atenea, lleva el apellido de su padre aunque él no lo sabe —miró a su hija— Cariño, dile hola a Lily.

La niña miró a la pelirroja con curiosidad.

—Hola, Lily —su voz era apenas entendible, pero la pelirroja se derritió de ternura.

—Hola, Atenea. Es un gusto conocerte. Te presento a Harry.

El niño que había permanecido en silencio, dejó salir una risa al escuchar a su madre decir su nombre.

—Estoy segura de que Harry y Atenea serán los mejores amigos —habló Arlette al ver que los menores se miraban fijamente.

Las dos mujeres esperaron en silencio a ver cómo reaccionaban los pequeños y al ver que comenzaban a reír siguieron hablando. Dejaron a sus hijos en el suelo para que jugaran un rato y se centraron en una conversación un tanto más seria.

—¿Qué pasa, Arlette? Te noto mal.

Era cierto, en cuanto Lily vio a su amiga, se dio cuenta de lo pálida que estaba y de las horribles ojeras debajo de su ojos. Era obvio que no estaban para nada bien.

En cuanto Lily terminó aquella frase, Arlette no lo aguantó más y comenzó a llorar con fuerza, la pelirroja se quedó paralizada pues no entendía lo que estaba pasando. Se acercó a abrazarla y esperó a que se calmara un poco aunque no parecía que eso fuera a pasar muy pronto.

—Estoy enferma, Lily —dijo finalmente pero en cuanto terminó de hablar volvió a romper en llanto.

—A qué... ¿A qué te refieres? —preguntó preocupada. El estómago se le encogió y sintió que se mareaba, aquellas palabras de su amiga no le gustaron para nada.

—No sé qué es, en realidad nadie lo sabe. He visto a sanadores de Japón, de Francia, de Londres e incluso vi a algunos médicos muggle pero nadie sabe qué es —guardó silencio y luego liberó un gran suspiro— estoy muriendo y tengo miedo, mis padres murieron hace un año y no hay nadie que se pueda hacer cargo de Atenea. No se lo quiero decir a Sirius pero tengo que hacerlo.

Lily se quedó sin palabras, no se imaginaba por lo que debería estar pasando su amiga y de pronto se sintió más que terrible. Sus ojos también se llenaron de lágrimas y se contuvo con todas sus fuerzas para no derramar ninguna.

—Sirius debe saberlo, no soy yo quien debería decírtelo pero él aún te ama y estoy segura de que nunca dejó de hacerlo. Si sabe que tienen una hija no dudará ni un solo segundo en hacerse cargo porque la va a amar. Arlette, no decirlo te hace ser egoísta, Sirius tiene el derecho a saberlo.

—No se lo digas a nadie, ni a James. Por favor.

—Tranquila, no planeaba hacerlo.

Siguieron con una conversación más tranquila que poco a poco se iba extendiendo hasta que llegó la hora de la despedida. Ninguna quería decirle adiós a la otra pero ya era muy tarde y debían regresar a sus respectivos hogares.

Los niños se habían quedado dormidos uno al lado del otro y separarlos fue complicado, tenían los brazos entrelazados y se habían divertido toda la tarde juntos.

Al menos, ellos crecerían juntos y sólo esperaban que en el futuro fueran buenos amigos.

Fue muy duro decir adiós, porque muy en el fondo sabían que sería la última vez y dolía más de lo que podrían admitir.

Pero era momento de aceptarlo. Y decir adiós para siempre.

Together ⇝ Sirius Black ✔Where stories live. Discover now