CAPITULO 16

188 15 14
                                    

Dayla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dayla

Una vez, pensé que había múltiples vidas para cada ser humano que pise la tierra. Sin embargo aquí justo a lado de Azier Hayes subidos sobre la capota de su coche, esfumo ese pensamiento. Tenemos la misma mirada huida en el ambiente con un revoltijo de ideas que se cruzan por nuestra mente. 

Poseemos los mismos nervios que serpentean nuestros dedos que no saben dónde ubicarse. Una opción sería que se entrelazan, pero eso solo lo hacen quiénes tienen una cita, una verdadera cita. En nuestro caso, estamos aquí para despojarnos de lo cotidiano y cumplir mi deber de guía turística y espiritual. Únicamente por ello.

Pero, a lo que iba. Todos nacimos para vivir de lo mismo. Es decir incluso el propio igual, tiene sus matices. Porque si colocamos este signo con dos operaciones aparentemente distintas, tendremos el mismo resultado; una vida de mierda. Observar a Azier con miedos, plantea lo que yo también combato. Justo ahora con el horror que el misterio consume mi espacio.

— ¿A qué le tienes miedo?—pregunto para evitar dar un prejuicio de su vida, ese adelanto que él tanto odia—. ¿Por qué no sonríes aunque sea falsamente?

Una carcajada brota de su garganta, y yo nuevamente distingo el parecido de nuestras acciones. Es innato sonreír cuando algo te causa gracia y llorar cuando algo te frustra por completo. Lo innatural sería buscar algo más en un ser humano que no sea esto, que no sea lo que ellos simplemente muestran por acto primario e inocente.

— Olvídalo. Ya no hace falta que respondas—me rectifico.

— ¿Y sí quiero responder?

Humanos que tienen su semejanza, aunque claro está que las variables pueden cambiar sin dejar apartado la esencia de nuestro destino. Digo nuestro, porque en algún momento dejé de creer que éramos una especie que fácilmente podría acarrear caminos separados. Todos, absolutamente todos iremos por un camino de vallas, con una cruz en nuestros hombros y a penas destellos de felicidad que se desligan del compromiso arduo de no detenerse.

— Dayla... dayla. Es complicado mantenerse a flote, por eso decidí que la marea no será obstáculo para mi sinceridad conmigo mismo. No pienso mostrar fortaleza cuando no la tengo. Tampoco me pidas ser "valiente" Y por favor no asumas que debo operacionar fuera de mis debilidades.

Corta todo en cuanto la brisa del viento aparece por acto impulsivo— No iba a decir nada— cambio mi tono a cortante por su desfachatez.

— Es muy difícil hablar contigo— vuelvo a atacar—Se supone que yo soy la que señala, no tú un foráneo que apenas conozco.

— Exaudible, dramática, extraña— enumera—. Espero no mucho más porque me quiero quedar por un tiempo.

— Un tiempo...

Para despejar el tema de un nuevo colapso mental, me bajo de la capota para ir por un nuevo carro que sirva de apoyo. Estamos en un estacionamiento del único centro comercial que no deja de sorprenderme lo amplio que es en un pueblo tan pequeño como Biden.

Cerebro vs Corazón © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora