CAPITULO 27

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Daniel

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Daniel

He llamado ayer y no contesta.

Tampoco lo hizo hoy.

¿Estará bien? No quise molestarla estas semanas para analizar la situación y brindar el debido espacio que ella exige. No creo que le ocurra absolutamente nada.

Su papá puede ser un mal hombre, de todas maneras siempre ha velado por el cuidado de su hija. Él la cuidara, no debo preocuparme ¿o si?

Aunque aún resuena en mí su grito; lárgate tanto que no me atrevo a volver a marcarle. Le había advertido que mañana hablaremos, pero no fui capaz. Decirle todo implica muchas cosas. Implica el desacuerdo de mi familia, su desestabilidad emocional y finalmente una razón continúa por la cual preocuparse. No quiero que se inquiete por algo que está fuera de su alcance.

Ni siquiera conozco la identidad de aquella persona que busca lastimar a Dayla, lo cual me frustra por completo.

— ¿Qué opinas del lugar?

Por primera vez me fijo en el lugar donde me encuentro; un espacio blanco, vacío, amplio.

— Este es el ideal— sentencio.

No deseo dar muchas vueltas en la búsqueda del local en California. Este luce normal. Y si me dices normal o corriente, yo me apunto. Son pocas las personas como yo denominadas conformistas. No tenemos grandes aspiraciones, creemos tener lo suficiente para ser felices.

En mi caso lo creo y estoy bastante seguro que las personas y vida que me rodean es la adecuada.

Busco ello para Dayla, espero sea así pronto.

Llamada entrante: Padre.

— Ven a la oficina urgentemente— exclama apresuradamente sin darme la oportunidad a responderle cuando la línea se corta.

— Iba a decir que ya voy, padre.

Estoy en California por asuntos familiares que requieren de mi total atención. Aquí vive papá mientras mamá se queda en Biden cuidando a lo lejos a Dayla. Fue un trato familiar, ya que papá tiene que preservar los negocios.

Aunque la incertidumbre vuelve a derrocarme y no me atrevo a pensar dos veces para marcar al número de Sebastián.

— ¿Dayla está bien?

— Me pediste que la trajera, eso hice.

Lo hice con la mera intención de que Dayla dejará de buscar respuestas por todo lado. Una idea sugerida por mi mismo padre.

— ¿Está en casa?

Con este señor no vale la pena sostener una charla telefónica ni menos un cara a cara.

— Sí— se limita a contestar.

— ¿Puedes pasarla al teléfono?

Lo piensa deliberadamente, aún cuando su tono no aporta ni una pizca de burla o sinceridad— Dudo que abra la puerta.

Cerebro vs Corazón © (Terminada)Where stories live. Discover now