CAPITULO 30

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Azier

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Azier

Las despedidas, situaciones que requieren medidas desesperadas. Ocupo un funeral acorde a la persona a quién deseo que otros recuerden tal cual fue. Y no me importa desalinear con otros funerales. Ella así lo hubiera querido, eso vale la pena.

— Deje unas telarañas arriba que cuelguen-—informo.

Mi mañana se resume en la decoración, acto que ayuda a distraerme de la profunda tristeza que conlleva separarse por completo de tu hermana, amiga y paz reflejada.

Cinco días después de su muerte, se me ocurrió la idea de adornar su esencia nuestra casa. Calaveras en la parte alta de la sala, todas con tonos blancos que descartan el oscuro. También te digo que en mi mente tenía una idea clara de espacio, pero una cosa son tus pensamientos y otra la realidad.

Una realidad que efectivamente no cumple mis expectativas, debido a que el gran espacio no permite que recubra todo con los pocos materiales que seguí. A cambio, la habitación luce tan vacía que no para de joderme la vista.

Acomodo la estantería traída desde su cuarto hasta al lado derecho del salón principal en nuestro hogar. Tiene cinco baldas, perfectamente separadas por colores. Desde los tonos más oscuros a los pocos cómics con tonos pasteles al final de la quinta balda. Algunos títulos que puedo destacar de las largas noches de pláticas y que ahora mismo puedo vislumbran son; El fantasma de Canterville, Frankesitein, Drácula, Cuentos macabros y El gato negro.

— Todo en su lugar— me autofelicito.

Calabazas, calaveras, tela de araña, animales muertos de plástico ubicados en una distancia loca sin cuidar la medida adecuada...

— En mi mente se veía mejor—repito en voz baja.

Da igual, con tal que se note el espíritu mitad paz y otra mitad Scarlette. Su esencia está acá, eso es más que suficiente.

— Está listo, gracias a todos— les indico a los tres asistentes que Anne se despiden animosamente.

Me encuentro tan agotado luego de tan arduo trabajo. ¡Joder!, el trabajo físico suele no ser mi mejor amigo.

— ¿Has tomado las pastillas?

— A la hora indicada— respondo.

Anne lleva a su cabello atrás, y asiente con una sonrisa en la cara.

— Bien, pequeño.

— No me llames pequeño.

— Así lo hacía Scarlett— niego divertido— Ella te llamaba chico...

— Cierto, original apodo.

Prefiero latoso antes que chico.

¡Ay, no!

Sal de mis pensamientos, ¡Maldita exa!

Me conduzco al cuarto de mi madre, situado en el primer piso de la casa ostentosa que tiene para comentarle que está todo listo.

Cerebro vs Corazón © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora