CAPITULO 35

130 14 1
                                    

Dayla

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Dayla

♫Limpia, limpia, polvo, polvo, desliza, desliza♫

Tarareo estas palabras en un ritmo tan desastroso pero entendible para una persona que tiene prohibido utilizar audífonos a pesar que la tienda sea de música.

♫Sacude, sacude♫

Al parecer repetir una palabra ayuda a que exista siquiera un ritmo o un sonido diferente a solo decir palabras.

♫Menea, menea♫

Me río de mi misma cuando lo hago. Mi trasero se mece en un balanceo derecha a izquierda. Sin música o pudor alguno. Como si tuvieras.

— - ¿Qué crees que estás haciendo?

Tentando que me despidan. Sigo moviendo mi inexistente grasa detrás en un balanceo interminable que al final terminó cansándome.

— ¿Qué?— volteo mientras que él hace lo mismo hacia otro lado evitando mi mirada.

♫Limpia, limpia♫— esta vez cantó más alto— ♫Menea, menea♫

No soy una experta, aun así bajo lentamente mis caderas sin parar de lado a lado. No tengo idea que pretendo hacer, tal vez divertirme con el enojo de mi jefe malhumorado.

— Te ordeno que pares— bufa.

— Aburrido— mascullé en un tono alto para que me escuche.

Continuó dando vueltas cuando siento una presión de mirada acusatoria.

— Ya— me atrevo a decir y a calmarme.

Mi turno finaliza en la tarde, es decir puedo ya descansar. Menos mal, porque necesito dormir. También recuperar fuerzas, quizá pintar, coser. No tengo ni idea qué haré primero, pero si de algo estoy segura que estoy satisfecha, teniendo opciones por hacer y si me propongo ahondar más, me siento feliz porque me conozco, sé que mi cuerpo necesita descansar, sé cuando parar y sé que hacer para despejarme. Me miro al espejo siempre que puedo por lo mismo, para no olvidarme de quién soy. De la chica que ama su nombre, que halaga sus pensamientos, de lo fuerte que resulta, de lo irascible que es convivir para mí.

Es así, y quizá justo ahora acabo de hallar una diferencia entre dos seres semejantes como yo y Azier; él odia vivir y yo convivir. Él no parece reconocer la culpa en otros, no parece despreciar al ser humano como yo. A cambio, recae este enojo en sí mismo, no como yo que con una mirada, alejó a los demás, que así de fácil, lastimo, que no me preocupo por más nadie que yo y los míos, que no me detendría a mirar atrás para ver si el otro me sigue, que he dejado de soñar con mi bondad.

— Te llevo— me ordena Marco.

Frunzo mi ceño, ¿qué le pasa? Estoy apunto de preguntarme si debería solo dejar el trabajo, si debería rendirme con su aparente desprecio cada vez que me ve. No me enoja, todo lo contrario me alegra que sepa mantener la distancia. Sin embargo, ahí está volviendo a ser el mismo, proponiendo lo que yo ya había establecido como prohibido; cercanía.

Cerebro vs Corazón © (Terminada)Where stories live. Discover now