29. "-Tú seguiste el beso."

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¡Maratón! 3/3

—Eso está mal escrito.–señaló a la pantalla de mi laptop.

—¿Qué?

—Esto.–señaló la palabra– Es "deshacer", no "desacido".

Mierda, tenía razón. Cambié la palabra y él volvió a tumbarse a mi lado. Seguí escribiendo. Sentí su mano tocando el borde de mi vestido sobre mi pierna. Lo miré. Sabía que no tenía ninguna mala intención, pero aun así pregunté:

—¿Qué haces?–quitó su mano. Llevé mi mano izquierda a su cabello castaño y enredé mis dedos en él. Con mi mano derecha seguí escribiendo en el teclado de mi portátil.

Había un silencio, yo seguía escribiendo la sétima página (con una mano) y Kendall no hablaba, estaba muy calmado en realidad. Lo miré y descubrí que se había quedado dormido.

¡Pero hace poco menos de 2 minutos había hablado conmigo!

Recordé que ayer había sido el partido contra Portland y, al parecer, habían ganado y el festejo había sido grande.

Lo dejé dormir, de seguro estaba bastante cansado.

Quité mi mano de su cabello y seguí escribiendo, hasta que una notificación apareció en la pantalla, era una video llamada de Rachel.

La acepté y me puse el audífono.

—¡Kendall!–gritaron varios al unisono. De ahí los reconocí a todos, eran todos los chicos del grupo de Washington. Sonreí de oreja a oreja inmediatamente.

—¡Chicos!–exclamé en un susurro.

—¿Cómo va todo por allá?–preguntó Rachel sonriente. Rachel era compañera del instituto (que también bailaba en Washington) y era de las amigas más importantes que tenía. Ella me ayudó un poco con el asunto de Lucy y sus mentiras de mierda.

—Regular.–varios rieron– ¿Y ustedes como van?

No me había dado cuenta de lo mucho que los extrañaba, hasta hoy.

—Bien, te extrañamos por acá.–dijo Dan, él es primo de Rachel.

—Yo también los extraño bastante.–confesé.

—No tienes idea qué duro es para todos llegar al salón y no encontrar a la rubia del grupo practicando.–se lamentó Ann. Sonreí nostálgica. Yo siempre solía llegar temprano a los ensayos de los domingos y era la única rubia del grupo...

—Espero un día poder ir de vuelta.–dije susurrando aún.

Cuando salí de Washington D.C. me prometí a mi misma volver allá y quedarme allí hasta morir. Ese era mi hogar.

—¿Por qué tanto alboroto?–escuché a alguien preguntar a lo lejos. Jack.

—Ven.–le llamó Dan y un par de segundos después apareció Jack en la pantalla. Sonreí al verlo.

—¡Kendall!–exclamó feliz y sacudí mi mano en el aire– ¿Cómo has estado?

—Nah–alargué la "a"–, bien.–rieron.

—¿Tus padres y David?

—Bien. Ellos se acostumbraron fácilmente a Seattle.

—¿Tú no?–preguntó Ann y ladeé mi cabeza.

—En eso estoy.–les sonreí– ¿Y cómo ha estado el grupo?

—Bien...-dijo Jack– La semana pasada llegaron los nuevos.

—Moléstenlos por mi.–dije riendo.

—¿Y tú?–preguntó Rachel– ¿No has entrado a otro grupo?

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora