38. "Maldito alcohol."

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Narra Kendall Adams

Al despertar, no abrí mis ojos, ya que mi cabeza dolía en puta.

Esto de tomar demasiado no era muy buena idea.

Suspiré, y al hacerlo, aspiré ese dulce olor... Kendall.

A como pude, abrí mis ojos, encontrando a la chica que me había estado volviendo loco los últimas semanas.
Su rostro completamente relajado, a pocos centímetros del mío, era simplemente perfecto.

Si no fuera por este maldito dolor de cabeza, ya estaría saltando en la cama solo para cabrearla.

Así que solo me quedé mirándola, hasta que, poco a poco, fue despertando.

Perfecta.

Al mirarme, sonrió y dijo:

—Buenos días.

—Hola.–le respondí.

—¿Cómo estás?–preguntó estirando su cuerpo.

—Me duele la cabeza.–confesé– ¿Tendrás alguna pastilla para el dolor?–asintió y se puso de pie para ir a traerla. Fue a al baño de su habitación y segundos después salió con un vaso con agua y la pastilla en la otra. Me la dio y la tragué junto con el agua segundos después. Dejé el vaso en el suelo, junto a la cama, y me volteé hacia ella, quien y estaba subiéndose a la cama otra vez. Se acostó a mi lado nuevamente– ¿Podrías decirme qué estupidez hice ayer?–rió levemente.

Recordaba cosas, pero no sabía si habían sido un sueño o si habían ocurrido en realidad. Maldito alcohol.

—Me llamaste mientras conducías y estaba lloviendo, por lo que me preocupé mucho.–se sonrojó levemente.

—¿Tú? ¿Preocupada por mí?

Cuánto deseaba poder alzar una ceja ahora mismo.

—Sí... Me preocuparía por cualquiera que saliera a la calle en esas condiciones.–agregó.

—No mientas.–dije sonriendo.

—No lo hago.–sonrió y quise besar cada centímetro de su rostro.

—Bueno, bueno–me rendí–, ¿qué más?

—Viniste a casa completamente mojado por la lluvia.

Eso lo recordaba.

—Y querías que te besara.–eso también– Te pusiste algo... violento.

—No te golpeé, ¿verdad?–pregunté asustado. No recordaba haber sido... duro con ella.

Jamás me lo perdonaría.

—No–dijo–, ¿por qué lo dices?

—Es que cuando tomo mucho, suelo ponerme o muy violento o muy estúpido.

—Pues anoche estabas de las dos maneras.–dijo alzando sus cejas.

—Perdón.–dije y me miró fijo– ¿Qué pasa?–pregunté al ver que su rostro me daba otra expresión más... neutra.

—No, nada.

—Dime.–ordené y ella suspiró.

—Bien, es que... tú ayer... tú ayer me pediste perdón por varias cosas y ni siquiera sabías qué eran, entonces me enojé bastante.–confesó.

—Y... ¿Sigues enojada por eso?–pregunté un poco asustado. Ver a Kendall enojada era divertido... siempre y cuando yo no fuera la razón de su enojo.

—Un poco, sí.

—Y... ¿Quieres decirme por qué estás molesta?–suspiró de nuevo.

—Primero: Por haber conducido, bajo la lluvia, ebrio y haberme llamado. Segundo: por haber llegado hasta acá y decirme cosas... feas, y...

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora