44. "Mi cita."

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Narra Kendall Adams

Rodé los ojos cuando los volví a escuchar quejarse.

- Ese tono de verde es horrible. -dijo Nathan.

- Es como un verde musgo raro. -Chad arrugó su cara en desagrado.

- Es como verde mierda.

- No seas imbécil Nath, no existe el verde mierda.

- Tus ojos son verde mierda. -Chad rodó los ojos.

- Ponte la azul. -dijo Chad señalando la camisa en el suelo- Claro, siempre y cuando no esté sucia. -la tomé y la extendí, dejando ver una mancha negra esparcida por toda la camisa.

- Oh -dijo Nathan- , olvidé decirte que tomé prestada tu camisa para limpiarme las manos mientras limpiaba el motor de mi auto. -sonrió mostrándome los dientes y le lancé la camisa en el rostro.

- No sé que usar, no sé como vestirme sin parecer un idiota. -me quejé.

- Mejor no vayas y yo iré por ti. -Nath me guiñó un ojo y Chad le pegó con su codo- Ay, es cierto, solo funciona con Chadie.

- ¡No me digas así! -exclamó molesto.

- ¿Por qué le dices así? -fruncí el ceño confundido.

- No le digas.

- Sí le diré. -sonrió maliciosamente.

- ¡No lo hagas!

- Encontré unas cartas que le había escrito una...

- ¡Nathan Adams! -exclamó Chad poniéndose de pie.

- Una ex -continuó- y decía que extrañaba sus apodos y sus cariñitos, y que le sería imposible olvidar lo hermoso que fue Chadie con ella. -hizo un puchero en broma.

Vaya...

- ¡Te voy a matar! -Chad se abalanzó sobre su gemelo y empezaron a forcejear entre ellos. Nathan no paraba de reír.

Solo eso me faltaba, que mis hermanos mayores se pelearan, sobre todo después de escuchar hablar a la tía Pauline por 2 horas.

- Ey, ey, paren. -dije- Van a manchar la alfombra.

- Eres un idiota. -dijo Chad completamente furioso, antes de abandonar mi habitación.

- Eres realmente un idiota, Nathan. -me burlé de él- Sabes que no le gusta hablar de sus ex novias. -le recordé.

- Si no le gusta hablar de ellas, ¿por qué empezó a salir con ellas antes?

- Voy a repetirlo: Eres realmente un idiota, Nathan. -él rodó los ojos.

* * * * * * * *

Al estacionar frente a su casa, sentí como los nervios me invadían.

¿Debía bajarme del auto y tocar el timbre? O debía tal vez debía quedarme en el auto... O bajarme y lanzarle piedras a su ventana.

No, luego la rompía y sus padres me odiarían mucho. Además, aquí no habían piedras pequeñas.

Apagué el auto y me bajé.

Infarto, espera un poco más.

Decidí ir hasta su puerta. Tal vez su hermano no estaba en casa.

Toqué el timbre una vez y mi corazón dolía. Estaba apunto de salírseme del pecho.
¿Y si todo salía mal y Kendall notaba que no soy lo que ella quiere?
¿Y que tal si todo sale bien? Tuve las agallas de pedirle bien una cita, sin secuestros u obligaciones. Solo fue... Natural, diría yo. Nada puede salir mal esta noche.

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora