51. "-Sé quién eres."

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Kendall estaba en el baño de la habitación y yo me senté desnuda en el borde de la cama. Con mis codos en mis rodillas y mis manos en mi rostro.
Me dolía la entrepierna.
No aguantaba el dolor y no sabía qué hacer para bajarlo.

Escuché la puerta del baño volver a abrirse a mis espaldas y luego sentí la cama hundirse del otro lado.

- ¿Qué haces allí? Ven. -pidió y lo volteé a ver- Oh, tendremos que botar esto. -dijo riendo. Quitó la sábana de la cama y la lanzó al suelo.

Se acostó y me invitó a acostarme junto a él.

- Creo que debería irme.

- No te vayas. -me pidió- Quédate conmigo. -me sonrió y me acerqué a él para acostarme a espaldas de él. Me abrazó y yo me quedé mirando hacia la ventana- Gracias por esto. -dijo arrastrando las palabras, como lo hizo toda la noche- Estuviste fantástica.

No dije nada. No tenía nada para decir.

Me obligó a girarme y lo hice, quedando cara a cara con él.

- Te amo mucho, lo sabes, ¿verdad? -sus ojos se estaban cerrando y asentí. Acercó sus labios a mi frente y la besó, para luego cerrar sus ojos y quedarse dormido casi al instante.

*   *   *   *   *

      

- ¡Eh, Kendall! ¿Ya te vas? -escuché a Bill. Puso su mano en mi hombro, impidiéndose seguir. Al girarme, vio mi rostro y su cara pasó a demostrar preocupación- ¿Qué te pasó? ¿Adónde está Kendall?

- Él... Él está arriba. -le sonreí.

Había empezado a llorar cuando Kendall se había quedado dormido.
Pensé en mí. En él. En nuestra relación.
Él sabía mi opinión ante las relaciones y no la respetó. Aunque no podía dejarle la culpa a él. Yo acepté.
Al pensar en mi opinión sobre el sexo, recordé que se lo había prometido a mis padres. Siempre fui una persona de palabra.
Ahora sentía que les había defraudado a mis padres. Y lo había hecho. Abusé de su confianza y sentí como se les hubiera mentido.

- ¿Quieres que te lleve a tu casa? -preguntó y negué rápidamente- ¿Llamo un taxi? -negué nuevamente- ¿Qué quieres hacer? ¿Necesitas que te preste una de las habitaciones para dormir?

- No... No, gracias... Yo... Yo llamaré a un amigo.

Recordé que mi celular y mis cosas estaban en el auto de Kendall.

- ¿Necesitas un teléfono? -asentí- Vamos afuera. -colocó su mano en mi espalda y me llevó hasta afuera, donde había una banca y una mesa. Me senté en la banca y él en la mesa, para luego darme su celular.

Dichosamente me sabía el número de Charlie.
Lo marqué y llevé el móvil a mi oreja.

Esperé un par de veces y contestó.

- ¿Quién? -preguntó de una vez, su voz se escuchaba somnolienta.

- Charlie... -y no pude formular más palabras.

El solo pensar en que pude haber dicho que no, que me sentiría bien conmigo misma si hubiera dicho que no.

- ¿Kendall? ¿Qué pasa?

- Necesito... Necesito que vengas por mí. -seguía llorando.

- ¿Adónde estás? Dime qué pasó.

- Ven... Por favor. -susurré sin fuerzas para hablar más alto.

Bill tomó el celular y le dijo la dirección a Charlie, y unos segundos después, cortó la llamada.

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora