53. "-Lo hacemos por tu bien, Kendall."

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Estuve un rato con Charlyn y me pareció una chica muy divertida. Pasó alrededor de media hora y Chris y Charlie no volvieron... ¿Adónde estaban?

Charlyn accedió a buscarlos conmigo por la casa.

Salimos del cuarto de música y revisamos las habitaciones, el jardín y el garaje. No estaban. De camino, ella me prestó algo de ropa para estar más cómoda.
Pasamos por la oficina del padre de Charlyn, la puerta estaba entreabierta.

- ¡¿Es que te volviste loco?! -exclamó Charlie.

- Un poco, al parecer.

- No vamos a decirle.

- Tenemos qué. No lo podríamos ocultar de ninguna manera. Aparecerá en los periódicos, en la televisión, redes sociales y hasta en la radio por lo menos una semana. ¡Hasta en el maldito periódico escolar!

¿Qué cosa?

- Somos sus amigos, Christopher. Tenemos que protegerla. Ambos sabemos que no se encuentra bien ahora... Dios mío... ¿Cómo fue que pasó esto?

¿Qué estaba pasando? ¿Hablaban de mí? No, la respuesta a esa pregunta era más que obvia: estaban hablando de mí.
Pero... ¿De qué me tenían que proteger?

- ¿Qué pasó? -abrí la puerta, sorprendiéndolos a ambos. Chris me miraba horrorizado y Charlie con tranquilidad.

- Nada. -dijo el rubio.

- ¿Nada? Claro que pasó algo. Los oí hablando de mí.

- ¿De ti? -rió Charlie- No hablábamos de ti, Ken. -fruncí el ceño y miré a Chris.

- Es cierto. -dijo el castaño.

Estaban mintiendo. Y eso lo sabía perfectamente.

- Sé que estaban hablando de mí, díganme qué pasó. ¿De qué deben protegerme?

- Hablábamos de Charlyn. -dijo Charlie.

- Ni ustedes se creen eso. -me burlé y los miré a ambos.

- Ken, no es nada, en serio. -dijo Charlie acercándose a mí. Yo retrocedí- Kendall...

- ¿Por qué me mienten?

¿Por qué estarían ellos mintiéndome? ¿Qué les costaba decirme la verdad? Una simple verdad puede doler, pero no creo que me mate.

- Lo hacemos por tu bien, Kendall.

- ¡Christopher! -exclamó Charlie en reproche.

- Bueno. -alcé mis manos a la altura de mis hombros- Cuando estén listos para decirme, ya saben adónde buscarme. -dije volteándome y saliendo de la oficina. Cuando empecé a bajar las escaleras, escuché que venían atrás de mí.

- ¡Kendall, no te enojes!

- ¡Ven acá!

No me volteé.

Salí de aquella gran casa, el dolor continuaba en mi cuerpo, así que no podía caminar más rápido. Al estar en la calle, encontré un taxi.
Subí y miré por la ventana. Chris, Charlie y Charlyn estaban en la acera.

- Acelere. -le pedí al taxista, quién no se negó. Le di la dirección de mi casa y, al llegar, le pedí que me esperara, iría por dinero.

Bajé y, al estar frente a la puerta de casa, recordé algo: mis ojeras eran, por desgracia, gloriosas. Si alguien me veía entrar así, me interrogarían hasta el alma. Iba a buscar otra entrada, cuando la puerta se abrió, dejándome frente a papá, que sacaba una bolsa de basura.

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora