69. "-Aceptémoslo."

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Narra Kendall McCartney

Al llegar a casa, papá y mamá me miraron extrañados, confundidos y asustados, tal parece.

¿Y cómo no lo iban a estar?
Si su hija venía de noche, sola, llorando y completamente desaliñada.

- Kendall -dijo papá asustado-, ¿qué te...?

No lo dejé terminar, seguí corriendo hasta mi habitación y, allí, cerré la puerta de golpe, para luego lanzarme en mi cama.

Las lágrimas en mi rostro salían sin ser controladas y mi ser, no podía dolerme más.

Sabía que había cometido un gran error y, ahora, estaba viendo las consecuencias.

Sabía que cuando Kendall se enterara, reaccionaría mal y se molestaría bastante conmigo. Pero no sabía que pensaría las cosas así de mal.

Pero si él no se dignaba en escucharme, no... En realidad seguiríamos igual.

Cómo me arrepentía de todo.

Lo único audible en la habitación, eran mis sollozos contra la almohada, hasta que escuché la puerta abrirse.


No sabía quién era, pero aún así, dije:

- Quiero estar sola.


Pero en lugar de marcharse, sentí mi cama hundirse atrás de mí y, seguidamente, una mano acariciar mi cabello con delicadeza.
Me giré sobre mi lugar y encontré a la persona que menos esperaba.

- ¿Mamá? -ella intentó una sonrisa.

  
Sabía que ella no era la más tierna o la más afectiva, pero ese momento, quedaría entre los más preciados de mi vida, siempre estaría entre los momentos más importantes.

Sin que dijera nada, me senté y me acerqué a ella, para darle el abrazo que siempre quise darle. Y ella me lo devolvió, haciéndome sentir ese calor que necesitaba, ese respaldo de madre que no conocía... al menos no de esta manera.

 
- No sé qué habrá pasado. -dijo sin deshacer nuestro abrazo- Pero quiero que sepas que los tres, tu padre, David y yo, estaremos para acompañarte en lo que sea.

Sus palabras, además de sorprenderme, me hicieron querer llorar más de lo que estaba haciéndolo.

 
- ¿Quieres hablar de lo que pasó?

- Kendall... -mi voz salió en un sollozo, y antes de continuar, ella dijo:

- Los chicos van y vienen, pero muy pocos se merecen nuestro amor, nuestra atención.

- Kendall no hizo nada malo. -logré decir. Separamos el abrazo y ella me vio al rostro- Yo fui la que se equivocó.

Ella alzó una ceja.

- Está bien que reconozcas tu error, pero debes hacerle saber que no lo volverás a hacer. -asentí.

- Él está en su derecho de estar molesto y lo comprendo. -continué- Pero él... él no quiere escucharme y está pensando cosas que no son y... y... y me pidió tiempo para... -y volví a llorar.

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora