12. "-...Tranquila, es solo una apuesta."

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—¡¿Quieres callarte?!–grité frustrado. Desde que Kendall se dió cuenta de que hoy era sábado, estuvo gritando mierdas como maniática.

—¡Dobla a la izquierda idiota!–me gritó.

—¡No me digas lo que tengo que hacer!

—¡Te estoy dando la maldita dirección de mi casa! ¡Claro que te diré lo que tienes que hacer!

—¡No soy un maldito taxista!–ella se cruzó de brazos y miró por la ventana. Detuve el auto en una acera– ¿Ahora por donde?

—¡Eres un caso perdido!–bufó y se bajó del auto y tiró la puerta. ¡Tiró la puerta de mi auto! Esta mujer moriría. Me bajé y caminé atrás de ella.

—¡Hey!–llamé mientras que caminaba a 5 metros de mi. Le había prestado unos pantalones deportivos grices, unas vans y una sudadera. Parecía un asaltante que había bajado 80 kilos, pero no se lo diría. No quería que me gritara como loca otra vez.

—¡Kendall!–la llamé– ¡Ken! ¡Kendy!–grité toda clase de apodos que se me ocurrieron, pero no se detenía. Troté levemente y llegué a su lado, donde noté que llevaba el ceño fruncido.

—Eres un idiota.–murmuró.

—Lo sé, me lo dicen muchas veces.–rodó sus ojos y aceleró el paso– Hey, ¿adonde vas?

—A casa.–dijo obvia.

—¿No crees que ir en mi auto es mejor?

—No.–dijo y siguió caminando como diva– Además, ya llegamos.–dijo entrando en el jardín de una gran casa. Y la reconocí, era su casa. Caminó hasta la puerta y yo la seguí, pero me detuve a unos pasos atrás de ella.

Narra Kendall McCartney

Estaba malditamente asustada, solo necesitaba que David me ayudara a subir a mi habitación y que papá y mamá no se dieran cuenta de que no dormí aquí. Si es que aun no se han dado cuenta.

Me asomé por la ventana y no había nadie. Probablemente mamá estaba en el salón de belleza y papá estaba comprando alguna corbata para esta noche.

Saqué las llaves de la cartera y abrí la puerta.

—¿Por qué abres como si fueras una delincuente? Está bien que te veas como una, pero esa no es razón para actuar como una.–me volteé y lo fulminé con la mirada.

—¿Por qué sigues aquí?–pregunté confundida.

—No lo sé, estoy esperando a que me pagues por mis favores.

—Vete a la mierda.–entré y cuando iba a cerrar la puerta, algo me impidió cerrarla, era la el pie de Kendall– ¡¿Que quieres?!

—Tienes mi ropa.–dijo burlón y rodé mis ojos. Lo dejé entrar y le señalé el sofá.

—Quedate aquí.–ordené y corrí escaleras arriba hasta mi habitación. Que quité su ropa, la doblé y me puse ropa interior, un short y una blusa celeste, junto con unas converse negras. Tomé su ropa y bajé, y cuando llegué a la sala, estaba Kendall hablando. Hablando con David.

—¡No puede ser que le vayas a Chicago Bears!–exclamó Kendall. Los hombres y el futbol son los mejores amigos– Todos sabemos que Green Bay Packers es mejor.

—¡¿Le vas a Green Bay?!–exclamó sorprendido mi hermano– Se nota que no sabes nada de futbol.

—¡¿Que no sé?! ¡Ja! Si soy el quaterback del equipo de la secundaria, ¿como no voy a saber nada? ¡El que no sabe eres tú! ¡¿Cómo le vas a ir a Chicago?!

Kendall y KendallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora