baby shower (35)

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—Dae, que día es hoy?— preguntó mirando los árboles adornando las veredas.

—jueves, señorita.

—y qué hacemos aquí?— notó las calles que ya conocía. Casi podía regresar el tiempo atrás e imaginarse a ella y a Yeol caminar con sus mochilas colgadas en un hombro. —llévame al hotel, necesito dormir.

—es el baby shower de su ahijado— le recordó. —el regalo ya está en camino.

—llévame al hotel— volvió a pedir. —no estoy de humor para ver a nadie.

—Señorita, me pidió que se lo recordara— comentó insistiendo.

—Dae!— gritó eufórica. La somnolencia, la mala alimentación, el estrés del trabajo y la falta de contacto con seres queridos, la estaba volviendo fría, casi insensible. Levantó la vista al espejo retrovisor y pudo notar el miedo impregnado en los ojos de su asistente. —tengo unas tres horas para poder bañarme, comer algo decente y dormir antes de la próxima reunión.

El hombre solo asintió y cruzó de largo pasando por la casa de yeol. Moa, pudo ver a lo lejos, un grupo de personas que no pudo reconocer. Parecían felices, despreocupados de la vida. Sintió algo de celos, ella ya no podía darse ciertos lujos cómo el ocio.

***

Los amigos se habían reunido en la sala a escuchar música y recordar viejas vivencias. Mientras que las chicas siguieron a la embarazada al jardín trasero en dónde las esperaban juegos típicos para la ocasión y una mesa repleta de dulces.

Todos los amigos de los futuros padres ansiosos estaban allí, todos... A excepción de Moa.

Yeol intentó comprender su retraso, pero cuanto más tiempo pasaba, más se convencía que su mejor amiga no llegaría.
No fué hasta que el guardaespaldas personal de Moa llegó con el regalo, que las esperanzas de todos terminaron por desvanecerse y Tae a regañadientes, tuvo  que permitir que el hombre se llevara al pequeño. Al menos, alguien podría verla esa noche y por dentro le gustaba que sea Moon. Aunque le hubiera gustado que fuera ella misma quien diera la cara.

Ya de noche y sin niños, los amigos pudieron reunirse en la enorme sala. Dejaron los juegos de lado para compartir una copa,  escuchar música y bailar si así se le apetecía.

Lo que había empezado cómo una fiesta pre-bienvenida para el bebé, terminó en una excusa ideal para recordar viejos tiempos.

—no debería beber demasiado— le dijo a Jin, este le estaba pasando la tercer cerveza de la noche. —ya pasé el límite permitido para conducir.

Jin lo miró con una enorme sonrisa. —tae, nadie se va ir esta noche.

—pijamada!— gritó hyo, haciendo palmas cómo desquiciada.

El castaño negó e intentó levantarse, pero jhope y jimin que estaban sentados a los lados, lo tomaron de los brazos, obligándolo a pegar el culo en la silla. —pijamada!— dijeron al unisono

En la cabeza de Tae no cabía tal cosa. Estaba feliz de poder pasar tiempo con ellos como antes, pero no tenía cabeza para soportar el griterío de gente por toda la noche. —está decidido— le informó el dueño de la casa. —hombre, te vas a quedar aquí, te vas a emborrachar o al menos a cambiar la cara de tristeza, y te advierto— amenazó, apuntándole el rostro con la botella. —si llegas a llorar frente a mí, te golpearé tanto, que quedarás con amnesia.

Tae rió a carcajadas ante las ocurrencias de su mejor amigo. —me harías un enorme favor!— aseguró, aceptando al fin la tercer botella.

—por supuesto! No recordás ni el nombre de esa mujer pedante que tanto amas.

será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora