Penthouse (46)

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—tienes que estar segura del paso que vas a dar. Un juicio no es broma. La defensa podría buscar en tu intimidad y exagerar eventos para su beneficio.

—crees que no lo sé?— preguntó irónica. —le dije a Lucy que lo haría solo si llega a ser necesario. Por eso te necesito aquí, tú eres mi médico y testigo del todo el proceso.

—hablaré con poul mañana y nos pondremos en marcha. Él es abogado, estoy seguro que podrá aconsejarnos.

Moa sonrió a la pantalla al escuchar ese nombre. —poul— repitió juguetona. El hombre frente a ella se mordió el labio inferior en reproche. —ya quiero conocerlo. Me encanta ese brillito de satisfacción que tenés en el rostro.

—cariño, no hablaré de mi intimidad contigo.

—no hace falta, se nota que tienes polvos por montón— elevó sus cejas con intermitencia lo que le provocó un ataque de tos al hombre al otro lado de la pantalla.

—al menos tu sentido del humor está intacto. Creí que llegado este día estarías en modo robot con la mente en las nubes.

—yo también— confirmó. —Tae me odia, mi madre no deja de mandarme mensajes, Jeon no se ha comunicado conmigo y mi pasado me desgarra los talones. Creo que estoy en tanta mierda que ya no logro distinguir el bien del mal.

—no, corazón. Ahora puedes ver con más claridad. Sabés que hay una luz después del puente, sabés que no estás sola en esto, ves lo positivo y vas en buen camino.

La mujer suspiró sintiendo un poco de orgullo por ella misma. —creo que tienes razón.

El timbre de su puerta sonó. Seguramente era Dae que venía a buscarla para irse al hotel. Presionó el botón para liberar la seguridad y se echó sobre el respaldo del asiento para tener una mejor vista de la puerta.

—y a mí me alegra muchísimo— el hombre se dió cuenta que su amiga ya no le estaba prestando atención. No lo miraba y se oían algunas voces junto a ella. —cariño, te dejo trabajar. Te estaré manteniendo al tanto.

Aleteó sus pestañas. Miró un punto del techo y volvió a mirar el aparato frente a ella. —si, John. Te agradezco. Descansa, debe ser de madrugada allí y yo molestándote con esto— respondió a las apuradas, cómo si acabara de recordar que tenía una charla con él.

—no hay problema. Tú puedes llamar a la hora que quieras— le aseguró sonriendo. —besos, cuídate.

La mujer quería abrir un agujero en el suelo y zambullirse de lleno.  Al parecer, Tae iba a ser inoportuno hasta el día de su muerte.
Esa tarde, la había ignorando en la reunión con Chen y su hermana. Mantuvo expresión de hastío todo el tiempo y ni siquiera opinó sobre la posibilidad de comprar la otra empresa. A pesar de mantenerse callado, fue un momento tenso e incómodo.
Ahí lo tenía, con cara de fastidio frente a ella y el niño casi dormido entre sus brazos. A su lado, Dae con su tableta de trabajo marcando y confirmando el itinerario del día siguiente.

—qué se te ofrece?— preguntó cuando pudo salir de su asimismo. El hombre exhaló por la nariz, demostrando lo alterado que estaba.

—decía, que Moon no quiere irse sin saludar.

El pequeño se frotó los ojos. Parecía que había lloriqueado. Quizás hizo berrinche para convencer a su padre. —vas a traerlo mañana? Me gustaría pedir algo y almorzar aquí

será nuestro secretoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt