bebé (45)

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La tarde había pasado demasiado lenta. Moa, no se había animado a salir de su oficina y perdió sus pensamientos en documentos que su tío le enviaba. Pensó que ponerlo de vicedirector le haría las cosas más fáciles, pero seguía siendo una esclava, ahora de ambas empresas. ¿Cómo haría con cuatro?

Era una locura.

Con fastidio, miró la barra repleta de licor y comprendió por qué su madre se había hecho adicta a esa porquería.
Iba a ir por un trago, nunca lo había necesitado tanto cómo en ese momento. Pero el timbre de su mesa sonó. —Dae— dijo echándose en la silla de escritorio. En su mente deseaba que le dijera que la reunión con Tae y Chen se había cancelado.

—señorita, la señora Kim está aquí.

Quedó helada un segundo. ¿Qué podría querer a esas horas? Ojalá no sea para reprocharle sobre su nueva relación. Aunque su ex suegra nunca se metió entre ella y Tae, temía que ahora se atreviera a decir algo. —viene sola?

—no. El señor Joong y su hijo acaban de llegar detrás de ella.

Pensó en Moon, su carita curiosa dentro de la empresa. Pensó en lo mucho que le gustaría verlo en su oficina, tocando botones y correteando. —los recibiré en aquí— dijo más tranquila. Con Joong y Moon en el mismo espacio, estaba segura que podría sobrellevar la situación.

Minutos después, el niño ingresó corriendo. Detrás de él, su amiga Yeol. Sonrió al verla. Había olvidado que ahora debía usar su apellido de casada. —la señora de Kim seok Jin— le dijo en forma de saludo mientras levantaba al pequeño en sus brazos. La rubia rodó los ojos al cielo.

—si la montaña no va a Mahoma...— ironizó.

—mamy! Mamy!— gritó el pequeño eufórico. No perdió tiempo cuando ella se inclinó y se colgó de su cuello para besarla.

—vine para que me digas en la cara que me dejaste plantada para irte a hacer el delicioso con ese hombre— soltó sin esperar a ponerse cómoda. Moa sonrió mientras el niño le besaba las mejillas.

El alivio que sintió al tener ese pequeño cuerpecito junto a su pecho, fué más grande de lo que hubiera imaginado. Se quedó allí,  apretando su espaldita pegada a sus brazos. Sintiendo su suave respiración en sus oídos y oyendo los ruiditos húmedos que sus besos provocaban—para mí no hay uno?— preguntó el último invitado. Este entraba con una canasta de picnic que dejó a un lado de la puerta y una sonrisa gigante en el rostro.

Trás la visita de Lucy el día anterior y la de Tae horas atrás, Moa había quedado muerta en vida. Se movía por inercia y hablaba a consciencia. Por dentro, sabía que se estaba consumiendo. Se sentía una bomba de tiempo y comprendió que estar alejada de sus amigos, era algo que no podía permitirse a pesar que al principio era su objetivo. —claro que sí— aseguró extendiendo un brazo para él. Joong se acercó para abrazarla. No iba a decirlo, pero él ya sabía que su amiga no la estaba pasando bien.

Segundos después, el niño bajó de los brazos de su madre y comenzó a explorar la enorme oficina, fascinado con todo lo que veía. —para tí también hay uno— le dijo a la otra mujer. Yeol se dejó abrazar, la extrañaba pero su enojo no se calmaría hasta oírla decir lo que ella quería. —estás bien? Tu presión mejoró?

—acabo de salir del hospital. Solo fue un control— suspiró y volvió a llenar sus pulmones. —eres una mala persona!— demandó dándole un golpe en el brazo. No fue muy fuerte, pero bastó para que Moa reaccionara y retrocediera un paso —sabés lo preocupada que estuve anoche!?— otro golpe. Este fue a parar en su espalda. —debiste decirme que no llegarías!

—eres linda cuando te enojas, yeoldae— le dijo riendo. El hombre junto a ellas también rió. La embarazada se sonrojó, pero arrugó el ceño cómo si pudiera golpearla con la mirada. —no estoy con Chen— le dijo para que se calmara. —pero por el momento todos tienen que creerlo.

será nuestro secretoWhere stories live. Discover now