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—¿Te sientes culpable?

—¿Hm?—, preguntó desviando mis ojos de la pantalla hasta Hiroto, está bebiendo de su café mientras se inclina sobre sus codos. Mi mirada baja a su corbata, me ha estado molestando desde que llegamos al trabajo.

—Sobre Haruya, no tienes que sentirte culpable.

—No me siento culpable...—, suelto un pequeño suspiro. Hiroto ya tiene demasiado con sus propias preocupaciones como para hablarle de las mías. Anoche no dejaba de enviar correos.

—Luces como si lo estuvieras.

Sonrió de lado relajándome. Me levanta del asiento y camino hasta su escritorio, Hiroto se alarma y se inclina sobre su silla, siguiéndome con la mirada mientras una sonrisa se extiende por sus labios.

—Tu corbata.

—¿Huh?

—Me ha estado molestando desde la mañana—, le digo cuando mis manos van hasta su cuello deshaciendo el nudo y volviéndolo a rehacer. Los ojos de Hiroto me miran con cierta ternura que logro reconocer casi de inmediato.

Y no puedo evitar notar que es totalmente diferente. Cientos de veces había arreglado la corbata de Haruya y era totalmente distinto, no estaba esa mirada, no estaba esa sonrisa, no estaba esa sensación en el estomago. Nuestras miradas se mantiene conectadas, y ahí está de nuevo. Lo más bonito de estar enamorados, sin duda, es el silencio. Ese silencio que se crea cuando nos miramos a los ojos. Porque sabemos que digamos lo que digamos, aunque intentemos decirlo de la forma más espectacular posible, jamás nada podría acercarse a explicar lo que sentimos. Y supongo que eso es el amor: sonreír callados.

Mis labios se acercan lentamente a los suyos, y cuando estoy lo suficientemente cerca se rozan, haciéndome soltar un jadeo. Lentamente desliza sus manos a mi cintura y me guía hasta su regazo, suelto una pequeña risa cuando una de sus manos me hacen cosquillas. Nuestras frentes se unen unos segundos. Y nos besamos.

Besamos lento, sin prisa. Tratando de disfrutar el momento, tratando de amarnos. El sonido de nuestros labios uniéndose es lo único que se escucha en la habitación, y nos separamos de a ratos tratando de tomar aire para continuar enchinandonos la piel con las emociones acumulándose, sintiendo que no hay otra forma de explicar cuanto nos deseamos.

Y quisiera detener el tiempo. Quedarme así para siempre, sin tener que enfrentar al mundo o preocuparme por nada más. Me doy cuenta entonces, que la felicidad no es un estado perpetuo, son sólo pequeños momentos perfectos.

Cuando nos sentimos satisfechos nos separamos, Hiroto cierra sus ojos y me da un breve beso en la frente. Cuando se aleja, las emociones en sus ojos se ven tan claras como el agua: amor, pasión. Me hace recordar a nuestro comienzo... cuando estaba a punto de rendirme.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏWhere stories live. Discover now