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Acomode mi corbata y mire mi pelo.

—Veamos, ¿qué hago contigo?—. Desenrede los mechones de cabello que caían por mis hombros, deshaciéndome de todos los nudos—. Um, no sé, ¿debería dejarlo suelto?

Extrañamente mi pelo lucia bien esa noche. Así que sólo me hice una media coleta y dejé que el verde de mi ondulado pelo cayera por mi espalda.

Mire una última vez mi reflejo. Nada mal. El traje marcaba sutilmente mi figura y mis zapatos brillantes me hacían lucir profesional. Rocié un poco de perfume y tome las llaves de mi auto.

Oh, la libreta.

Recordé bromeando. Sabía que no debía llevar una, era un profesional informático, sólo necesitaba mi tableta y cada palabra que salga de la boca de Kiyama será anotada claramente. ¿Estaba poniéndome a prueba? porque era más que obvio que una libreta no sería suficiente para una junta de negocios.

 ¿Estaba poniéndome a prueba? porque era más que obvio que una libreta no sería suficiente para una junta de negocios

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Mientras me estaciono llamo a mi jefe para preguntar donde debía espéralo. Pero resulta que él ya había llegado.

—Lo siento... pensé que había llegado temprano.

No pasa nada, suba de una vez.❞—, me dice al otro lado de la línea.

—Si, enseguida.

Impresionado por lo amable que había sonado su voz salgo del auto y tomó el elevador a recepción. Cuando llegó no puedo evitar sentirme pequeño por lo lujoso que era el sitió, todas las mesas alineadas con manteles blancos, el techo forrado de una pintura griega y lamparas balanceándose levemente por el aire que entraba de las pequeñas ventanas, el olor a vino por todo el lugar.

—Bienvenido, por aquí—, de repente me dice un hombre alto con traje negro y me guía hasta una mesa. Tomo asiento un poco confundido—. ¿Algo de vino?—, pregunta poniendo una copa en la mesa.

—Oh...—, balbuceó un poco confundido—, ha decir verdad, estoy aquí para una junta de negocios. Esperare a mi jefe, gracias.

—De acuerdo, el señor Kiyama no tarda en venir.

¿Qué, conocía a Kiyama?

Sin decir más el chico se fue. Respire por la boca en un suspiro, vaya, el lugar era increíble. Jamás había estado en uno de estos. Haruya y yo siempre estamos metidos en los puestos de la calle, venir aquí me hacia sentir un poco incómodo. Miro alrededor, todas las personas con pañuelos en sus trajes.

—¿Cuanto más tardará?—, susurro removiéndome en mi asiento. De repente, siento la respiración de alguien en mi cuello, y volteó la cara alarmado—. Ah, director Kiyama, es usted.

—Midorikawa—, dice mirándome. Camina hasta su asiento y elegantemente mueve la silla para sentarse. Sus manos cruzadas sostienen su rostro, mirándome—, lo siento, estaba haciendo una llamada.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏWhere stories live. Discover now