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No podía evitarlo, Hiroto se veía espectacular.

Tenía un pantalón de vestir negro y una camisa del mismo color. ¿Cómo podia verse tan genial sólo con eso?, meto las manos en los bolsillos de mi suéter y carraspeo la garganta, no sé cuanto tiempo he estado mirándolo pero lo sentí eterno.

—¿Vienes en auto?— pregunta.

—No, mi departamento esta a unas cuadras de aquí—. La luz del farol ilumina a la perfección su rostro, no puedo evitar quedarme embobado por unos segundos. Después el frío me golpea el cuerpo y trato de buscar calor frotándome los brazos.

Mierda, debí traer esa chaqueta❞—, me lamento.

—Perfecto, vamos al auto. Te llevaré a un lugar.

—¿Su auto?

—Si, no está muy lejos pero debes tener frío. Prenderé la calefacción para ti.

—Bien.

Sin decir más lo sigo a la siguiente cuadra. Un auto negro respondió al desactivar la alarma, las luces parpadeando unos segundos, el auto brillando por la luz de las farolas.

Vaya, lucia como sí Hiroto estuviera forrado de dinero.

Abre la puerta del copiloto y me hace una señal con la mano para que tomara asiento.

No soy una damisela❞—. Pienso mirándolo rodear el auto y entrando en su asiento. Enciende el motor y prende la calefacción, sonrió un poco al sentir mi cuerpo calentarse. Segundos después veo a Kiyama colocarse el cinturón y lo imitó, sin decir nada conduce.

En el transcurso del viaje ninguno dijo nada. No sabía a donde demonios íbamos, mirando las calles por la ventana trato de orientar un poco nuestra ubicación.

—Tranquilo, no voy a secuestrarte.

Me giro alarmado por su voz cortando el silencio.

—No, no es eso—, me remuevo en el asiento nervioso—. Pero, ¿dónde planea llevarme?

—Sigues hablándome formalmente—, lo dice como una queja—. No estamos en la oficina, Ryuuji.

Abro los ojos de más. Por primera vez en lo que llevaba trabajando para él, me había llamado por el nombre.

Los latidos en mi pecho se estaban saliendo de control, su voz sonaba tan dulce y tranquila. Por unos minutos me olvide de que era mi arrogante jefe, y volví a mirarlo como la primera vez, como mi primer amor.

—Tienes razón—, sonrió un poco relajándome—. No me lleves a uno de eso lugares caros.

—Vaya, eso fue rápido. Creo que ya me he acostumbrado a lo formal.

Eso me arrancó una sonrisa.

—Fuera de la oficina no eres más mi jefe.

—¿Entonces sólo soy un extraño?—, su sonrisa se estira y aparta la mirada por segundos de la carretera, nuestros ojos conectan por una milésima de tiempo.

—No salgo con extraños—. Bromeó, entonces suelto el suspiro más satisfactorio que he tenido en toda la semana, preparándome para lo siguiente—. ¿Cómo haz estado, Hiroto?

No aparta la mirada de la carretera pero puedo verle de reojo una pequeña sonrisa que amenaza con extenderse.

—Bien—, contesta. Y pienso que terminaría sólo ahí pero se gira a verme y esta vez no aparta la mirada. Nuestras miradas se mezclan, y siento como si me mirara por primera vez después de media vida sin vernos—. Te he echado de menos.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏWhere stories live. Discover now