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—¿Qué?—. Haruya toma la botella de té verde de la máquina expendedora y me la extiende—, ¿te mando a trabajar a su oficina?

—❝Istiy hirti di llimirti y qui tirdis dimisiadi.❞—, lo imite estúpidamente poniendo los ojos en blanco y gesticulando con los brazos.

La carcajada de Haruya hace eco en el pasillo.

—Vamos, ¿no es eso bueno?

—Como si lo fuera, el silencio es ahogador allá dentro.

Caminamos a los comedores una vez compramos lo que queríamos. No solíamos comer de la máquina expendedora pero hoy la cafetería se encontraba en remodelación. Nuestros ojos se dirigen a una de las mesas de madera en la esquina, y como si hubiéramos tenido telepatía con la mirada apresuramos el paso para ocuparla antes que nadie. Sonreímos al sentarnos de prisa.

—Creo que se olvidó de mi— le dije desenvolviendo mi emparedado de pavo, abriéndolo para quitarle las cebolla—. Es extraño, pudo haber preguntado cómo estaba y después podría continuar con su papel de jefe...

Haruya mira con asco como mis manos se mueven sobre el pan.

—Tienes que dejar de hacer eso delante de mi.

—Odio la cebolla, además no quiero tener mal aliento...

Rueda los ojos.

—Hiroto no te olvido, sólo está haciendo su trabajo.

—Vaya trabajo el de comportarse como un cabrón—, muerdo dramáticamente del pan—. Quiere que conteste sus llamadas y... oh, deja eso, quiere que pase por sus trajes a la tintorería. ¿Sabes lo que implica eso?— Extiendo la mano en su dirección esperando a que responda mi pregunta.

—¿Levantarte más temprano?—. dice dudando mientras levanta una ceja.

—Levantarme más temprano— afirmó moviendo mis manos de manera exagerada.

Quejarme hacía que me convirtiera en la reina suprema del drama, Haruya lo sabía. Y parecía que se estaba entreteniendo porque me miraba de forma divertida. Las horas de sueño eran sagradas para mi. Tuve que pasar por un tormento para acoplarme a mi horario actual y levantarme todas las mañanas, de ahí mi obsesión con el café.

—Vale, lo entiendo, tranquilo.

Suspiro cansado.

—Solo han pasado dos días Haruya, dos días...

—Necesitas relajarte, vayamos a beber hoy.

De pronto toda mi atención es para mi amigo. Hace un tiempo que no salíamos después del trabajo, y viendo la tensión laboral a la que estaba sometido no era mala idea salir a relajarme.

—¡Ok, suena bien!

—Pero...—, me mira serio levantando un dedo—, no me vayas a hacer lo de antes... tuve que limpiar tu vomito. Sólo unas copas y nos iremos a casa, ¿bien?

—Por Dios Haruya, no soy un niño. Se controlarme—, me cruzo de brazos indignado—. Y esa vez fue culpa de la comida...

—Lo que digas.

—Estaba en mal estado.

—Claro.

—Haruya—, le gruñó sintiéndome tan infantil por lo chillona que había sonado mi voz. Haruya tenía un enorme talento para pinchar la pequeña burbuja de paciencia que tenía por él, sabía sacarme de mis casillas.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏWhere stories live. Discover now