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—Es decir, ya me caías muy bien sin verte, pero cuando te vi en ese traje de tres piezas quizá me pille un poquito más.

—Mi turno—, suelta y bebe un poco de su cerveza antes de hablar—. Cuando te vi, babeé mentalmente.

Pego una carcajada.

—¿Enserio? pues, necesito que me expliques eso pero es mi turno ahora—, carraspeo la garganta—. Cuando estás distraído mirando la pantalla de tu computador luces genial. Pero sólo un poco eh, no te emociones.

Se ríe.

—Tu me alegras el día con tus cientos de post-ticks pegados en el gabinete, ese miércoles realmente necesitaba reírme.

Lo miro, creo que sorprendido. De repente el silencio se hace escuchar y una rara atmósfera aparece entre nosotros. No es como que fuera incómodo, quizá era el calor de las cervezas pero sentía unas terribles ganas de saltar a besarle los labios.

Desvaneciendo todo pensamiento sobre llevármelo a la cama me levanto de golpe.

—Voy por un vaso de agua, ¿quieres?

—No, estoy bien.

De camino a la cocina siento mi celular vibrar en mi bolsillo. Tomo un vaso de la alacena mientras saco el móvil. Es Haruya.

Ni lo pienses. Y sabes de que hablo.

Esbozó una pequeña sonrisa. Presionó en la pantalla el micrófono de grabar audio y acercó el móvil a mis labios.

—No, no me lo voy a cojer—. Susurro, mirando hacia Hiroto.

Despegó el dedo de la pantalla. Me volteo hacia el purificador de agua y me sirvo un poco, bebo hasta terminármelo, y suspirando de alivio regresó a la sala. Hiroto sigue bebiendo de su cerveza, no luce nada borracho pero sus ojos estaban comenzando a entrecerrarse del sueño.

—Puedes quedarte a dormir—, le digo sentándome a su lado. Su ojos mirándome distraídamente—, si quieres.

—Me quedare—. Sonríe—, pero quiero seguir hablando contigo.

—Vamos, no puedo beber más.

—Beberé por ti, entonces.

—Estas cabeceando—, sonrió recogiendo las latas del suelo—. Vamos, te llevaré a la cama.

Se ríe histéricamente y cuando termina me mira con la ceja alzada. Analizando un poco mis palabras la sangre se me sube al rostro, y sintiendo el calor en mis mejillas me giro gruñendo.

—Idiota...—, susurró caminando de nuevo a la cocina, tirando en el lavabo las sobras de cerveza en las latas.

Escucho los pasos de Hiroto acercándose y se sienta en la silla de la barra. No quiero voltearlo a ver pero sé que está mirándome, puedo sentirlo. Con movimientos torpes abro la llave para dejar fluir el agua y que se llevará el olor. Meto las latas en una una bolsa y las reservo.

—¿Por qué nunca dices cosas bonitas?—, suelta de repente, y me giro a verlo unos segundos, sólo para tomar la toalla de la barra y secarme las manos—. Siempre estás maldiciéndome.

—Oh, vamos Hiroto—, pongo los ojos en blanco—. ¿Quieres tomar una ducha antes de dormir?

No me responde, sólo me mira. No luce enojado pero había algo en su expresión que me partió el corazón. Los ojos entrecerrados mojados de brillo y su boca formando una línea recta, ese era el Hiroto que recordaba en secundaria. El Hiroto inmaduro que lloraba cada que perdíamos un partido.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora