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❙ N a g u m o   H a r u y a ❙

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❙ N a g u m o   H a r u y a ❙

Durante una semana no pasa nada. No lo digo en sentido figurado, como si hubiera escasez de hechos significativos. Quiero decir que no ocurre nada de nada. Inmovilidad total. Y es una bendición, la verdad. No me molesto tanto, tampoco me estreso, y a decir verdad, hasta ya ni me preocupaba tanto por los traumas de Ryuuji con su jefe. Podría llegar a decir que la vida hasta aquí, era perfecta.

Incluso, dejé de pensar tanto en el pasado. En Fuusuke.

No le hablo a nadie de él porque a nadie le importa, pero Ryuuji no deja de insistir con que lo olvide. Aún cuando cada vez que lo dice parece que habla más para él que para mi.

Las cosas son simples: levantarse, bañarse, ir al trabajo, mirar lastimosamente a todas horas el reloj, el alivio cuando Ryuuji pasa por mi para ir a casa, entrar a casa, hacer el papeleo faltante, hablar por mensaje, terminar el papeleo mientras hablo con Ryuuji, la cena, el sonido del silencio en mi habitación, la puerta cerrada, la buena música, leer las actualizaciones de los demás sin escribir nada, luego la cama, levantarse, bañarse y otra vez al trabajo. No me importa. A medida que pasa la vida, empiezas a aceptarlo.

Pero entonces el jueves por la noche vuelvo a casa, recibo una llamada: un número desconocido, y empiezan a pasar cosas.

—Hola, Haruya, ¿cómo has estado?—, el shock se refleja en mi rostro y espero a que vuelva a hablar, tratando de asegurarme de que en verdad era él y no estaba alucinando—. Soy Fuusuke.

El latido resuena en mis oídos. Con las manos temblándome envuelvo los dedos en un puño, las uñas enterrándose en mi piel.

—¿Cómo conseguiste mi número?

Silencio.

—Te extraño.

—Basta...

—Haruya, escucha, quiero explicarte todo, yo...

—Detente, no quiero escuchar nada de ti.

—Por favor, Haruya, quiero verte.

Cállate—, la garganta se me desgarra en ese grito. Mis dientes se aprietan tan fuerte que los escucho crujir, mi mandíbula tensa—. ¿Qué tan miserable tengo que ser para que seas feliz?

Se lo digo en un susurro.

—Por favor...—, su voz entrecortada me estremece—. Déjame verte.

—No, Fuusuke. No puedes desaparecer de mi vida y regresar cuando quieras...

—Lo lamentó, no sabes cuanto lo siento.

Gruñendo con molestia termino la llamada, mi mano apretar el celular en mis manos.

Maldición. Me sentía roto, algo se había roto dentro de mi, estaba en shock y no sabia sí era estrés postraumático o trauma por estrés, sea lo que sea, gran parte de mi vida se acababa de destrozar en segundos y no tenía ganas de rellenar el vacío pensado de forma positiva. Porque lo sabía perfectamente, que eso era estúpido, que eso no funcionaba.

❝ғɪʀsᴛ ʟᴏᴠᴇ❞ 🌿; ʜɪʀᴏᴍɪᴅᴏWhere stories live. Discover now