Prólogo

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Prólogo


Cuenta una antigua historia que existe un espíritu errante. Un alma atrapada entre dos cuerpos diferentes. Está condenado a no descansar nunca, a reencarnar siempre en su otra forma.

Todo el mundo huye espantado ante la muerte. La rechazan debido a lo que significa morir. No volver a ver a tus personas queridas. No hacer nunca más lo que te gusta. No poder besar de nuevo a tu pareja, a tu familia o a tus hijos.... Pero... lo que más desea ese alma, es justamente lo que tantos evaden, la muerte.

No tiene a ningún ser que le importe y, él, no le importa a nadie por lo que solo espera y espera a que algún día muera y ya no vuelva. Ruega a la Luna cada noche que deje de respirar para siempre y de sufrir en agonía recordando tiempos mejores cuando todo era felicidad y sí tenía familia.

La soledad era una parte fundamental de su existencia. Nadie se le acercaba ya que le temían aunque él no fuera malvado. Aún siendo un fantasma encerrado en un cuerpo físico, lo que menos haría sería dañar a alguien. No obstante, todos lo malinterpretaban y, o huían ante su presencia, o le atacaban.

Un alma pura y buena tratada como si fuera maléfica y dañina. Normal que al final se fuera corrompiendo hasta el punto de odiar a los demás.

Este ser se esconde de todo el mundo y, a medida que pasaron los años y los siglos, su existencia quedó como un cuento de viejos. Algo increíble que nadie cree pero que puede ser verdad o no. Es decir..., en una leyenda.

Se le llama "La leyenda del ser errante" o, también, como "La leyenda del Alfa".

/∆/

— ¿Puedes contarme otra vez la historia, abuelita?

— ¿Cuál historia, mi niño? — la anciana lo arropó con la piel de ciervo para que mantuviera el calor mientras dormía.

— La de "Alfa".

— ¿Otra vez? Te la he contado miles de veces — rio. — ¿No quieres otra?

— No, esa. Porfiii — hizo pucheros, unos imposibles de ignorar.

— Vale, vale — sonrió con cariño. — Ejem.... Hubo hace mucho mucho tiempo un joven de inmensa alegría y bondad. Debido a la belleza y al carácter de ese alfa, todos los omegas se fijaban en él. Eso enfadó al hijo del jefe de la aldea ya que fue testigo de como su prometida había caído también bajo sus encantos. El príncipe, muerto de celos, decidió hacer algo contra ese súbdito que le amargaba la vida. Mandó a muchos de sus mejores hombres a asesinarlo pero, aún así, ninguno volvía con la misión cumplida. Harto de ordenar y no recibir lo que quería, decidió hacerlo por su propia cuenta. Una noche, entró en la casa del alfa resguardado por la oscuridad y, con el cuchillo en alto, vio como su sueño estaba a nada de cumplirse — el niño se sentó con las piernas cruzadas y adelantado hacia delante. Escuchaba la historia como si nunca antes se la hubieran contado. — El deseo de asesinarlo... — continuó la anciana —... inundaba su corazón. Pero, todo, cambió cuando la luz de la Luna iluminó su cara. Aún siendo un alfa, sintió como su respiración se cortó ante tal imagen. Los rumores de su belleza eran ciertos e, incluso, pensó que no le hacían justicia. Al final, tuvo que irse sin matarlo — el pequeño sonrió. — Día tras día, el príncipe se encontraba más molesto y decidió que si no podía matarlo..., al menos lo condenaría a un gran dolor y sufrimiento.

— Y entonces fue a ver a la bruja.

— No, hechicera — corrigió.

— Es lo mismo, abuelita.

— No es lo mismo, cielo. Los brujos hacen pactos con el Diablo y, los hechiceros, solo usan el poder maligno.

— Ah. Bueno, pues entonces fue a ver a la hechicera e hizo el encantamiento.

— Así es, el encantamiento del alma errante. Lo condenó a vivir sin morir totalmente y a cambiar su forma cada vez que lo hacía.

— Una pregunta.

— ¿Sí?

— ¿Cuál es su otra forma?

— Pues... nadie lo sabe. Algunos dijeron que fue en oso. Pero otros estaban seguros de que se convirtió en un zorro.

— ¿Y... no hay ninguna forma de vencer el hechizo? — cuestionó con inocencia.

— No, cariño. Ninguna.

— En ese caso... buscaré yo una manera.

— Ay, mi niño — acarició su pelo. — Es solo una leyenda. No hay que preocuparse por ella.

— Pero...

— ¿Todavía estás despierto? — una voz grave retumbó en la casa haciendo temblar al niño. — Mañana debes levantarte temprano. Irás al bosque conmigo.

El hombre dejó sobre la mesa unas liebres con un agujero de bala en el estómago. La sangre fresca de esos animales se colaba por los huecos entre las tablas que formaban la mesa, goteando hasta el suelo.

— Es muy pequeño aún. ¿Cómo piensas siquiera llevarlo allí? Y en pleno invierno además.

— Madre, cállese. No tiene nada que objetar sobre el asunto. Es mi hijo y si decido que vaya, va.

— Hijo...

— Nada que objetar. ¿No lo entiende? — hablaba con odio e ira.

Con su cuchillo comenzó a despellejar a sus presas. El niño se tapó completamente con la piel para no ver lo que su padre hacía. Le daba pena saber que antes estaban vivos y ahora no.

— No te cubras. Eres hijo de un cazador, se fuerte.

— Papá... — intentó reprochar.

— ¡He dicho que no te cubras! — se levantó con furia y le quitó el cobertor. Inmediatamente, la anciana abrazó a su nieto quien estaba asustado y a punto de llorar.

— ¡No te comportes así con él! — gritó la mujer.

— ¡Quiero que aprenda a no ser tan débil! — rugió el alfa. — ¡¿Por qué tuviste que nacer omega?!

— ¡Él no tiene culpa de nacer así! — lloraba con el pequeño hiperventilando entre sus brazos. — ¡Al igual que no tiene culpa de...! — la mujer quedó callada por una bofetada del hombre.

— ¡Mira lo que me has hecho hacer! — se tiró de los pelos y volvió a salir de la casa con paso acelerado y su arma en la mano. Necesitaba desahogarse del agobio que esa construcción le provocaba.

— Abuelita — la llamó con voz dulce y entrecortada.

— Ya está. Ya está. No te preocupes.

— ¿Por qué me odia tanto? — sus lágrimas caían sin control.

— No te odia. En el fondo te quiere. Solo es que está muy dolido.

— Me odia. Siempre lo ha hecho.... Solo por que soy omega.

— Noo. Noo. Ser omega no es nada malo, mi cielo.

— Ojalá... ojalá fuera un alfa grande y fuerte como él quiere.... Al igual que el ser errante del cuento.

— No digas eso. Tú eres tú y así eres perfecto.

— Abuelita — cayó en llanto sobre el regazo de la anciana.

— Shh. Duerme. Mañana será otro día y...

— ... y el Sol brillara destronando a la oscuridad — sonrió levemente tras completar la frase.

— Mm. Duerme, mi niño.




/∆/

Ya hay personajes que amo y otros que odio :)

La relación entre abuela y nieto es muy bonita 🥺❤️ (amor a todxs lxs abus del mundo❤️❤️)

💖 Muchas gracias por leer 💖

✨ Espero que os guste



𝐴𝐿𝐹𝐴 (𝑍𝐻𝐴𝑁𝑌𝐼) | Finalizada (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora